Editorial
Arriba Último Nro. Índice Nros. Anteriores Índices Históricos

ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico Año III

linea.gif (922 bytes)

Octubre 2001. Nº 29

LA FRASE DEL MES:

Optimista es aquél que cree poder resolver un atasco de tráfico tocando el claxon.

Pintada Anónima

Consuélate de soportar las injusticias: la verdadera desgracia consiste en cometerlas.

Pitágoras

Pilar del Castillo y Cia. Reformas varias

La reforma está ahí, hasta con prisas, y no parece que nadie haya hecho nada por evitar los males que se nos avecinan, eso sí, tampoco nadie parece contento con el texto. En cuanto uno se mueve por ambientes más o menos universitarios, es lo normal que sea cogido del brazo por algún amigo o conocido que, en voz baja, por aquello de que "las paredes oyen", pregunta eso de: "¿Qué te parece la nueva Ley? A mí me resulta un bodrio que no viene a solucionar ninguno de los problemas planteados. ¿No crees?"

Evidentemente, nunca llueve a gusto de todos, pero lo que parece obvio es que, en muchos aspectos la ley da pasos de gigante hacia atrás, en el tiempo se entiende, en cuanto a los planteamientos sobre gestión y contratación de profesorado. En otros aspectos, sin embargo, viene a consolidar los males que los decretos reguladores de la LRU, sacados por los sucesivos gobiernos socialistas, introdujeron en la ya muy distorsionada comunidad universitaria.

Lo más curioso es que sean los no universitarios, aspirantes a serlo, los más fervorosos defensores de una reforma que, los que ya somos sabuesos viejos y hemos conocido varias, no nos creemos ni aunque nos la presenten en bandeja de oro. Son aquellos que esperan algún día formar parte de nuestra comunidad, y que aguardan a la puerta con las narices pegadas al escaparate, como niños hambrientos y golosos que se deleitan con el olor a pasteles recién sacados del horno, a que se haga un huequito para poder entrar a degustar la tarta, los que se admiran de las bondades que se introducen con el nuevo texto. ¿De verdad creen que con todas esas triquiñuelas de la contraendogamia que parece contener la ley, van ustedes a ser admitidos en una comunidad cerrada en la que siempre lleva razón el más poderoso y no precisamente por más sabio y/o trabajador?

Como ejemplo esclarecedor de lo que puede ser una reforma que no cambia nada, nos viene a la memoria el desaguisado introducido por Solana y sus muchachos, cuando eran dueños y señores de la hacienda universitaria, con la introducción de los quinquenios y sexenios. Todavía hoy se discute si aquello era o no una subida encubierta de sueldo, cosa que Juan Rojo, afirmó contundentemente en una Junta de Gobierno de la Universidad de Alcalá a la que asistió como invitado especial. Después, "donde dije digo, digo Diego" y bien por falta de dinero, bien por elaboración de listas negras y/o blancas, se convirtió en un premio que, en algunas áreas, corre parejo, en probabilidad de conseguirlo, con los valores de la Lotería Primitiva. Algunos aprovecharon la coyuntura para hacer escarnio del compañero que, por aquello de investigar sobre el cangrejo mediterráneo, no encuentra revista de alto índice de impacto que publique sus trabajos.

Lo peor es que la nueva Ley, que viene a consolidar ése y otros desaguisados parecidos, incide otra vez en el abandono de parte de los investigadores, sobre todo los básicos, de su trabajo. Al fin y al cabo por veinte mil cochinas pesetas más al mes, eso sin contar con que, a lo peor, Hacienda se encarga de convertirlas en bastante menos, no merece la pena descuidar familia y perder ratos libres para dedicar el tiempo a un quehacer que, en el mejor de los casos, ni siquiera te reconocen. ¿Quién está en posesión de la suma verdad para decidir qué trabajo es bueno o es malo, sin leerlo para mayor escarnio, sino simplemente por la categoría de la revista que lo publicó? ¿Apostamos algo a que, haciendo un pequeño esfuerzo, encontramos excelentes trabajos publicados en revistas sin prestigio alguno y otros trabajos, plagiados y/o inservibles, editados por publicaciones del máximo índice de impacto?

Como la historia se repite no tenemos más que echar un vistazo al pasado para encontrar ejemplos que nos ilustrarán sobre la diferencia entre un "afamado profesor" reconocido internacionalmente y un "advenedizo" que publica cosas impublicables, cuando consigue hacerlo.

A comienzos del siglo XVII la fama no le correspondía a Galileo, sino a Cesare Cremonini, profesor de filosofía aristotélica de nombre internacional. En la época en que Galileo realizaba sus investigaciones y Tycho Brahe demostraba que las "nuevas estrellas", es decir las supernovas, se hallaban a enormes distancias, Cremonini se negó a mirar por el telescopio de Galileo. Precisamente por esa anécdota es recordado hoy día. Él no tenía necesidad de utilizar instrumento alguno, ya que sabía, por deducción razonada, que Galileo sufría ilusiones ópticas. Aristóteles había afirmado que la sustancia de los planetas era de tal naturaleza que no podía modificarse, por tanto Galileo no veía lo que decía observar.

Cremonini no se quedó ahí, sino que atacó a Galileo por usar las matemáticas en el estudio del movimiento de los proyectiles. ¡Ya Aristóteles había hecho su estudio dos mil años antes!

Pues bien, quién en aquella época era recompensado y celebrado por la ciencia del momento era Cremonini que, sin embargo, es recordado en la actualidad como un buen ejemplo de un mal comportamiento, y su obra filosófica ni se menciona. ¿Qué nos deparará el futuro con todos aquellos que, bien enhiesta la cresta, van despreciando a sus colegas porque no publican tantos "papers"?.

Para hacernos una idea, tanto Galileo como Cremonini fueron compañeros, durante 18 años, en la Universidad italiana de Padua y mientras que el segundo tenía asignado un salario anual de 2.000 ducados (bien se había ganado sus sexenios), Galileo cobraba 180 ducados en 1592, y 520 en 1598. Cuando ya los descubrimientos de Galileo con su célebre telescopio le otorgaron la merecida fama por toda Europa, en 1610, le ofrecieron un salario de 1.000 ducados, (la mitad de lo que venía ganando Cremonini desde hacía muchos años y que le permitía vivir a cuerpo de rey), pero ¡"a condición de que jamás recibiera otro aumento de sueldo"! Ni que decir tiene que Galileo abandonó la Universidad de Padua y fue contratado por el Gran Duque de la Toscana como matemático y filósofo. Afortunadamente para él eran otros tiempos y se podía uno permitir el lujo del traslado. Claro que la historia siguió y todos conocemos cómo.

La nueva Ley ni traslados, que eso está mal visto ahora que no se habla un lenguaje común en las universidades.

LA REDACCIÓN

Volver al principio
linea.gif (922 bytes)
Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
Tus preguntas y comentarios sobre este Web dirígelos a vivatacademia@uah.es
Copyright © 1999 Vivat Academia. ISSN: 1575-2844.  Números anteriores. Año III
Última modificación: 01-11-2001