El Rincón Literario
Arriba Último Nro. Índice Nros. Anteriores Índices Históricos

ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico Año III

linea.gif (922 bytes)

Septiembre 2001. Nº 28

Expediente X, o quizás Y o Z (¡yo que sé!)

Arturo Pérez París

Hace unos meses me ocurrió algo que quisiera contar, pues me pareció un hecho curioso, amén de agradable, aunque alguno pueda pensar que es pueril y propio de una mentalidad poco madura. Bajaba yo de la biblioteca del Politécnico de Alcalá, después de realizar ciertas búsquedas en Internet, sobre algoritmos de resolución de laberintos, con el fin de presentar a Alcabot 2001 un robot capaz de resolverlos, cuando escuché un gran vocerío en los pasillos del centro. Pregunté a uno de los sufridos encargados de la Biblioteca -que dicho sea de paso, desde aquí saludo y doy las gracias por la paciencia que tienen para con nosotros- qué era lo que ocurría. Me comentó que se trataba del comienzo de la manifestación contra la recién promulgada Ley de Extranjería. Me resultó curioso comprobar que los primeros pasos eran dentro del edificio y me dije a mí mismo: "Es la primera vez que veo una manifestación bajo cubierto". Me sonreí al recordar a las que fui con mi hermana Sonia y mi cuñado Enrique con el M.C. hace años y las del movimiento estudiantil, cuando cursaba la F.P. en el año 88. Confieso que me emocioné y me dieron ganas de unirme a los manifestantes, pero enseguida recordé que con mis veintinueve años y con mi pinta tan distinta a las de ellos iba a dar el cante más que otra cosa. Además, eran ya casi las tres y cuarto de la tarde y pensé: "mi alma está con vosotros, pero el atasco que debe haber en la N-II de regreso a Madrid seguramente será terrible y, aunque el espíritu está presto, la carne es débil y aún no he comido".

Como es mi costumbre, todos los días, cuando regreso a casa, me paso por la librería y me despido de Eva, "la rubia más peligrosa del Politécnico", una gran amiga. De repente me encontré de frente con toda la manifestación, que salía de cafetería. Muchos de los participantes parecían sacados de la película BraveHeart, ya que lucían las caras pintadas de la misma guisa. Me eché a un lado y pasaron gritando sus consignas, e irradiando algo que me resultaba familiar de mis tiempos del M.C. Me quedé en la puerta del pasillo que da a la librería disfrutando de aquello. Me parecía maravilloso y además hecho por algo tan noble y necesario.

En esta situación ocurrió algo que todavía sigo disfrutando y que, para mí, es un pequeño "expediente x". Una chica con su alegre cara y su corto pelo castaño me sonrió y me dio el escrito que a continuación reproduzco. Pareció que durante un segundo el mundo se detuviese y sentí como si la personificación de La Libertad, La Igualdad y La Fraternidad, Marianne, fuese la que me lo entregaba. Quedé bloqueado en un momento y lo único que se me ocurrió fue dar las gracias de manera lacónica. Ella volvió a sonreírme y continuó su marcha dedicándome en ella una última mirada. Yo me quedé mirándola hasta que dejé de distinguirla en el tumulto y entonces, por fin, fui capaz de reaccionar sólo en parte. He aquí el escrito que me entregó:

NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL

Las personas inmigradas y las refugiadas no son deseadas en Europa. Como para ellas es casi imposible inmigrar o huir hacia aquí de manera legal, sólo pueden cruzar las fronteras "ilegalmente", y a menudo corriendo riesgos mortales. Se convierte en "ilegal" quien se queda aunque la estancia ya no es permitida o tolerada. Las posibilidades de entrada o de estancia legal son reducidas sistemáticamente. Así un número cada vez más grande de personas se ve forzado a la ilegalidad.

Las fronteras ya no sólo separan a los territorios: las fronteras separan a las personas. Hay fronteras por todas partes: en las oficinas de la Seguridad Social tanto como en las estaciones de tren, en el centro de la ciudad tanto como en la frontera del estado. La frontera está en todos los lugares donde las personas tienen que temer ser preguntadas por sus papeles.

Vivir en una situación de ilegalidad, sin derechos, sin seguridad, significa el temor permanente a la denunciación o la coacción porque el descubrimiento tiene como consecuencia el castigo, el arresto previo a la expulsión o la expulsión inmediata. Vivir así significa estar completamente desamparado y sin derechos contra las autoridades, contra los patronos y alquiladores, y también en el caso de enfermedades, de accidentes o de abusos y agresiones. Significa además tener que temer a los contactos sociales. Los niños y niñas no pueden ir al colegio o al parvulario, los jóvenes no pueden empezar una formación profesional. Vivir en esas condiciones significa estar sobre aviso constantemente.

Apoyar a las personas inmigrantes, tanto a nivel político como a nivel práctico, en sus luchas contra la ilegalidad y en sus luchas para el derecho de tener algún derecho, es cada vez más importante en la lucha contra el racismo.

Cada persona tiene el derecho de decidir libremente dónde y cómo quiere vivir. Contra la regulación de la inmigración y contra la negación sistemática de los derechos se opone la exigencia a la igualdad en todos los asuntos sociales y políticos y la exigencia a respetar los derechos humanos de cada persona, independientemente de su país de origen y de los papeles que tiene.

Por lo tanto, llamamos a ayudar a las personas inmigrantes en su entrada o en su continuación del viaje. Llamamos a conseguirles trabajo y papeles. Llamamos a garantizarles el cuidado médico, la posibilidad de ir al colegio o de hacer una formación profesional, a garantizarles una vivienda y la supervivencia material.

Quizás fue casi místico este encuentro, por lo menos para mí. Para desgracia mía no volví a verla o cuando menos no he vuelto a reconocerla. Pero queda el sabor de un buen recuerdo que, dicho sea de paso, de mi carrera pocos de éstos conservo. ¿Fue una visión? Quizás. No lo sé. Si no fue Marianne, me consuela el hecho de que haya personas capaces de irradiar precisamente ese espíritu, el de la Utopía, que realmente es el que mueve el mundo. A lo mejor algún día la vuelvo a ver. ¿Quién sabe? Si no en ella, sí en otra, pues Marianne está allí donde hay esperanza y ganas de un futuro mejor para todos.

Volver al principio
linea.gif (922 bytes)
Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
Tus preguntas y comentarios sobre este Web dirígelos a vivatacademia@uah.es
Copyright © 1999 Vivat Academia. ISSN: 1575-2844.  Números anteriores. Año III
Última modificación: 25-09-2001