Expediente X, o quizás Y o Z (¡yo que sé!)Arturo Pérez París Hace unos meses me ocurrió algo que quisiera contar, pues me pareció un hecho curioso, amén de agradable, aunque alguno pueda pensar que es pueril y propio de una mentalidad poco madura. Bajaba yo de la biblioteca del Politécnico de Alcalá, después de realizar ciertas búsquedas en Internet, sobre algoritmos de resolución de laberintos, con el fin de presentar a Alcabot 2001 un robot capaz de resolverlos, cuando escuché un gran vocerío en los pasillos del centro. Pregunté a uno de los sufridos encargados de la Biblioteca -que dicho sea de paso, desde aquí saludo y doy las gracias por la paciencia que tienen para con nosotros- qué era lo que ocurría. Me comentó que se trataba del comienzo de la manifestación contra la recién promulgada Ley de Extranjería. Me resultó curioso comprobar que los primeros pasos eran dentro del edificio y me dije a mí mismo: "Es la primera vez que veo una manifestación bajo cubierto". Me sonreí al recordar a las que fui con mi hermana Sonia y mi cuñado Enrique con el M.C. hace años y las del movimiento estudiantil, cuando cursaba la F.P. en el año 88. Confieso que me emocioné y me dieron ganas de unirme a los manifestantes, pero enseguida recordé que con mis veintinueve años y con mi pinta tan distinta a las de ellos iba a dar el cante más que otra cosa. Además, eran ya casi las tres y cuarto de la tarde y pensé: "mi alma está con vosotros, pero el atasco que debe haber en la N-II de regreso a Madrid seguramente será terrible y, aunque el espíritu está presto, la carne es débil y aún no he comido". Como es mi costumbre, todos los días, cuando regreso a casa, me paso por la librería y me despido de Eva, "la rubia más peligrosa del Politécnico", una gran amiga. De repente me encontré de frente con toda la manifestación, que salía de cafetería. Muchos de los participantes parecían sacados de la película BraveHeart, ya que lucían las caras pintadas de la misma guisa. Me eché a un lado y pasaron gritando sus consignas, e irradiando algo que me resultaba familiar de mis tiempos del M.C. Me quedé en la puerta del pasillo que da a la librería disfrutando de aquello. Me parecía maravilloso y además hecho por algo tan noble y necesario. En esta situación ocurrió algo que todavía sigo disfrutando y que, para mí, es un pequeño "expediente x". Una chica con su alegre cara y su corto pelo castaño me sonrió y me dio el escrito que a continuación reproduzco. Pareció que durante un segundo el mundo se detuviese y sentí como si la personificación de La Libertad, La Igualdad y La Fraternidad, Marianne, fuese la que me lo entregaba. Quedé bloqueado en un momento y lo único que se me ocurrió fue dar las gracias de manera lacónica. Ella volvió a sonreírme y continuó su marcha dedicándome en ella una última mirada. Yo me quedé mirándola hasta que dejé de distinguirla en el tumulto y entonces, por fin, fui capaz de reaccionar sólo en parte. He aquí el escrito que me entregó:
Quizás fue casi místico este encuentro, por lo menos para mí. Para desgracia mía no volví a verla o cuando menos no he vuelto a reconocerla. Pero queda el sabor de un buen recuerdo que, dicho sea de paso, de mi carrera pocos de éstos conservo. ¿Fue una visión? Quizás. No lo sé. Si no fue Marianne, me consuela el hecho de que haya personas capaces de irradiar precisamente ese espíritu, el de la Utopía, que realmente es el que mueve el mundo. A lo mejor algún día la vuelvo a ver. ¿Quién sabe? Si no en ella, sí en otra, pues Marianne está allí donde hay esperanza y ganas de un futuro mejor para todos. Volver al principio |
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