Editorial
Arriba Último Nro. Índice Nros. Anteriores Índices Históricos

ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico Año III

linea.gif (922 bytes)

Julio - Agosto 2001. Nº 27

LA FRASE DEL MES:

Cuanto más grande es el caos, más cerca está la solución.

Proverbio Chino

Si quieres que algo no se repita, hazlo conocer.

Mahatma GANDHI

Dentro de poco todos calvos o... con tres pelucas

Inmersos en un proceso de cambio en el mundo universitario, se avivan las esperanzas, esas mismas esperanzas que, hace dieciocho años, se despertaron, vieron la oscuridad de la noche y, dándose la vuelta, volvieron a conciliar el sueño.

No queremos pecar de pesimistas pero, mucho nos tememos que los anunciados cambios se quedarán, negro sobre blanco, en una mera declaración de intenciones publicada por el B.O.E.

Las leyes, estén o no faltas de una paralela financiación, son buenas o malas dependiendo de las personas que las tienen que aplicar y de las otras, todavía en mayor medida, que las tienen que acatar. Ciertamente, se han quedado muchas cosas reformables en el tintero del legislador, pero no importa, mientras la Universidad Española esté repleta de oportunistas, dictadores encubiertos o declarados, amigos y enemigos de unos y otros, fóbicos conscientes o inconscientes, ineptos con aplicación directa de la ley de Peter, veleidosos que utilizan el dinero ajeno (el de todos los españoles) para perpetuar su nombre en placas conmemorativas que adornan fastuosos edificios sin utilidad alguna, egocéntricos cuyo ombligo coincide con el centro de la galaxia cuando no del universo, mediocres con pretensiones de premio Nobel, y un largo etcétera, acabado en los pasotas, la fauna más peligrosa, ¿creen ustedes queridos lectores que habrá reforma posible?

Hemos seguido con atención los pasos adelante y atrás, a derecha e izquierda, que nuestras autoridades ministeriales han dado, como si de un baile popular sin importancia se tratase, cediendo a presiones de los grupos más influyentes de la comunidad universitaria. Vivat Academia ha hecho el esfuerzo de recoger para ustedes todos los recortes de prensa más significativos del proceso. La conclusión decepcionante a la que hemos llegado es que a casi nadie le importa un bledo la reforma, porque van a seguir haciendo exactamente lo mismo que venían haciendo y que han hecho, generación tras generación, una gran mayoría de los universitarios españoles.

La recientemente creada Aula de Debate de la Universidad de Alcalá ha propiciado éste con la presencia de figuras de peso e influencia en la redacción de la nueva Ley: Ismael Crespo, Director General de Universidades, Juan Henández Armenteros, Gerente de la Universidad de Jaén y estudioso de la gestión universitaria y Gabriel Tortella, Catedrático de la UAH y articulista, de opiniones siempre polémicas, en un diario de tirada nacional. ¿Piensan ustedes que la asistencia al mismo fue masiva? Pues no, se equivocan. Verdad es que fue todo un éxito, dadas la fecha, la hora y las altas temperaturas, pero allí estuvieron presentes los de siempre, los recalcitrantes, los que están dispuestos a poner su tiempo libre a disposición de los demás. Hubo ausencias significativas, como la de cierto precandidato a rector, que no tuvo el coraje o el tiempo de asistir, o no le interesaba lo que allí se pudiera decir.

Se oyeron cosas muy interesantes, y tres horas y media de debate no pudieron dar cabida a todas las intervenciones que se solicitaron, al menos con la profundidad por todos deseada. Pero lo más destacable es que los miembros de la comunidad universitaria española están distanciados unos de otros por años luz de inconsistencias y falta de diálogo.

Ismael Crespo destacó los propósitos del gobierno del Estado con la promulgación de este nuevo marco legislativo: Potenciar la calidad en todos los ámbitos (docente, investigador y de gestión); Potenciar la actividad investigadora; Integrar nuestra universidad en el espacio europeo, "sin contentarnos con el furgón de cola"; Garantizar el mérito y la capacidad en la gestión y la selección del personal; En definitiva, dar lugar a una expansión cualitativa de la universidad, ahora que desciende el número de clientes, después de haber asistido a una expansión cuantitativa propiciada por la LRU y las transferencias autonómicas. Todo esto es maravilloso y alentador, sin embargo, hay varios "peros". ¿Quién va a decidir qué universidades son de excelencia y cuáles son tan malas que merecen cerrase? ¿Qué medidas se van a tomar con las universidades que no den los mínimos aconsejables por ese modelo europeo? Mucho nos tememos que, dado el panorama español, todas terminarán siendo de excelente calidad sobre el papel y que muchas intentarán ganar en clientes acudiendo a métodos publicitarios y "regalando" en la práctica los títulos, que tanto valen en un rincón como en otro. ¿Qué organismo estatal, autonómico o universitario va, de una vez por todas, a intentar desarticular la atomización de la investigación española, propiciada por equipos rectorales que conceden "chiringuitos" a cambio de favores electorales?

Algo que nos dejó estupefactos en la intervención del director general fue la afirmación de que los sueldos del profesorado iban a ser mejorados por el método simple de "premiar" la dedicación a la docencia, a la investigación y, ¡oh maravilla de las maravillas!, a la gestión. Nos vemos todos mendigando un puesto de Decano, Director de Departamento, Vicerrector, etc., para conseguir una paga a fin de mes que nos permita pagar la hipoteca.

Todos hemos sido testigos de cómo se ha llevado a cabo la evaluación de la labor docente e investigadora. En ciertos organismos públicos de investigación se han concedido los famosos quinquenios docentes a todo quisque, sin discriminación ni estudio previo. En la universidad se ha hecho lo propio, siguiendo las instrucciones de cierto Secretario de Estado que afirmó que era una subida de sueldo encubierta. De la labor investigadora mejor no hablar. Han existido agravios comparativos demostrables, se ha hecho de forma oscura y sin criterios públicos (desde luego los criterios que se decían eran empleados no lo fueron). Se han utilizado índices de impacto actuales para valorar trabajos antiguos en revistas desaparecidas que, en su día, gozaban de gran prestigio. Se ha hecho, en definitiva, de forma meramente burocrática, sin entrar a valorar circunstancias ni problemas individuales insalvables. Desde luego, con esos mismos métodos aplicados en épocas anteriores, habría muchos "padres de la ciencia" tachados de malos investigadores.

Nosotros nos preguntamos ¿tan difícil es valorar de verdad la labor de un docente o un investigador y separar del servicio a aquellos que incumplen sistemáticamente con su trabajo? Por un lado la valoración de la investigación al peso no se hace ya en muchos países, porque se han dado cuenta de que "engordar" un curriculum es lo más fácil del mundo. Eso sí, no se subvencionan una y otra vez las investigaciones de aquellos que han demostrado una ineficacia total en el empleo de los fondos que les concedieron. Pero aún hay más ¿Se han parado a cuantificar cuanta labor docente ha sido mediocre, incompleta o despreciada por el ánimo de conseguir un curriculum investigador "brillante"? Al parecer la calidad de la docencia no está en tela de juicio; en la piel de toro enseñar sabe cualquiera y el Sol sale por Antequera.

¡Por favor! Páguennos dignamente y exijan responsabilidades, pero no nos hagan vivir a base de complementos. ¡Por favor! Entérense de que es necesario y urgente una definición de la carrera docente e investigadora, que no dependa de las voluntades de "jefes", amigos, enemigos o circunstancias imponderables. ¿Tendremos los mejores docentes e investigadores, cuando el sistema de ingreso en la universidad está devaluado, no sólo desde el punto de vista económico, sino del prestigio social, lo cual es más grave? ¿Cuándo se va a acabar con ese sistema que propicia que los mejores individuos terminen siendo becarios, sin posibilidades mínimas de seguir su carrera en los centros de enseñanza superior, mientras que otros, muchas veces menos capacitados, terminan haciéndose con contratos que les permiten acumular méritos para el carnaval de las oposiciones? Son tantos y tan variados los vericuetos, trabas y pedruscos, en el camino de un futuro docente e investigador, que cualquier solución es posible ¿No es hora de unificar, por la vía legislativa, las posibilidades de los ciudadanos vocacionales? Evidentemente, si eso se hiciera, se acabarían muchos de los problemas denunciados hasta por revistas internacionales, endémicos en nuestro país.

Para confundir algo más el panorama, Tortella hizo afirmaciones del siguiente tenor: La universidad, a pesar de cargar con el peso de la docencia, tiene mejor trayectoria investigadora que el CSIC; La universidad debe estar destinada a hacer investigación y todo lo demás debe subordinarse a este fin; La universidad no debe ser una escuela de democracia, ni la concesión de becas debe atender a la redistribución de la renta; El problema fundamental de la universidad española lo genera la endogamia; No hace falta nueva financiación porque la universidad despilfarra recursos; La reforma inspira recelo y hay muchos que no creen que vaya a aportar soluciones a los problemas actuales (en esto último estamos plenamente de acuerdo).

No vamos a comentar todos los puntos, para no alargar más este editorial, pero sí vamos a hacer unas breves consideraciones sobre la endogamia, tan manida últimamente. En primer lugar la endogamia es un término que se está utilizando de forma eufemista por la mayoría, ocultando, consciente o inconscientemente, el verdadero alcance del problema. Partamos de la base de que la endogamia es mala en sí misma. Genéticamente está demostrado. Pero ¿a qué llamamos endogamia? Evidentemente, no es de recibo que un estudiante, por bueno que sea, termine su carrera en la universidad de al lado de su casa (previamente le han obligado a matricularse en unos estudios para los que él no se sentía capacitado), consiga un contrato, haga su Tesis doctoral y, tras sucesivas oposiciones, se convierta en Catedrático, sin haber visto la frontera de su barrio natal ni en el mapa (obviamente estamos exagerando, aunque casos haberlos haylos). Pero si leen ustedes el cuento que este mes publica Vivat Academia, el término endogamia se aplica a otros casos claramente diferenciados del calificativo.

Lo que de verdad está matando (ha matado hace mucho tiempo) la universidad española ha sido el amiguismo, el enemiguismo y la corrupción de ciertos (afortunadamente no todos) grupos mal llamados "escuelas". Reflexionen con nosotros un poco: ¿Es bueno que, de sopetón, en un grupo de investigación consolidado se inserte un elemento, digamos muy valioso, pretendiendo que todo lo que se está haciendo no vale para nada, porque lo realmente bueno es lo que él hace? Hasta aquí, a lo mejor tendría sentido, ya que, si es capaz de reconvertir a todos sus compañeros, habremos conseguido algo bueno. Pero sigan reflexionando. Para evitar la endogamia, ese "buen elemento" debería mejorar su carrera docente e investigadora marchándose a otra universidad, para reiniciar el proceso. Si quiere continuar con la misma eficacia su trabajo, deberá arrastrar consigo a todos sus acólitos, o al menos a la mayoría, haciéndose hueco, como mejor pueda, en el nuevo destino. Y, desde luego, sin pararse a pensar si lo que está haciendo merece la pena o no respecto de lo que se hace en el lugar de desembarco. Eso es precisamente lo denunciado por el "cuento invernal" y no la endogamia. Endogamia sería que el señorito de turno, por muy hijo de catedrático que fuera, o por muy amigo del catedrático de turno que se hiciera, no viniera de allende las fronteras provinciales a quitarle el puesto a un buen profesional que ha demostrado sabe hacer bien las cosas. Siguiendo este razonamiento, afirmamos que esos males que se le achacaban a la LRU, han propiciado la estabilidad de buenos grupos de trabajo y aumentado la producción científica de calidad. Las evaluaciones "sexenales" no han conseguido, cuando han sido justas, sino poner de relieve este hecho. Y, aunque parezca contradictorio, en el mismo orden de ideas, lo que no tiene sentido alguno es que aquellos que se han aventurado a salir al extranjero, con la sana intención de formarse mejor, conociendo nuevas técnicas y abriendo los horizontes a nuestra investigación, tengan después cerradas las puertas del retorno (aquí habría que incluir a otros sempiternos becarios). De nuevo una falta de previsión de los que nos gobiernan, porque despilfarran recursos humanos sin pararse a medir las consecuencias. Los diferentes programas de reincorporación de esos exilados de la ciencia, no han servido para nada, porque mientras no se defina, de una vez por todas, en nuestro país, el significado de una carrera docente e investigadora, estaremos, no ya en el furgón de cola, sino intentando coger un tren en marcha, cada vez más acelerado.

La selección del profesorado pretendida por la nueva Ley no va a paliar estos problemas, por mucho que esa sea su intención, prueba de ello son las reiteradas críticas que en este sentido ha recibido el recientemente creado plan Ramón y Cajal. ¡Por favor! no desperdiciemos más nuestro potencial humano, pero para ello definamos primero las reglas del juego.

Para terminar, intentaremos resumir la intervención de Hernández Armenteros. Los aspectos que destacó sobre los males actuales serían: Falta absoluta de información sobre la gestión presupuestaria de las universidades; Oscurantismo en la presentación de resultados (al parecer la UAH se encuentra en cabeza en este aspecto), de lo que somos responsables todos y no sólo los rectores; Modelo complejo de gobierno, con multiplicidad de órganos que diluyen sus responsabilidades; Una incongruente homogeneización de las universidades que, siendo diferentes, difícilmente se compatibilizan con los modelos unitarios; Recursos de financiación muy inferiores, en términos relativos y comparativos, a los de las universidades de otros países europeos; Ineficiencia clara en la aplicación de la permanencia de los alumnos en la universidad; Falta de rigor y control de las finanzas de las universidades; Falta absoluta de valoración de la gestión presupuestaria en función de los objetivos propuestos y los conseguidos.

Aún estando de acuerdo con la presentación de este estudioso de la realidad universitaria, seguimos echando de menos que los analistas se planteen seriamente la verdadera solución a los males presentados; ésta pasa por un eficaz control de la gestión individualizada de sus recursos realizada por cada pequeño grupo universitario, fundamentalmente los humanos.

Desde aquí clamamos por una dignificación de la labor docente, hoy devaluada hasta mínimos insostenibles. Desde aquí solicitamos una definición clara y concisa, con reglas bien establecidas, y lo más simples posibles, del camino a seguir por los que dejan sus vidas y haciendas al servicio de una universidad pública. Desde aquí solicitamos planteamientos más serios de los problemas endémicos que aquejan a la noble institución de enseñanza superior. Desde aquí pedimos que se haga un esfuerzo de imaginación para conseguir un alumnado activo y preocupado por su formación, algo olvidado sistemáticamente por ésta y todas las leyes anteriores. Desde aquí solicitamos que no se olvide la importancia que tiene el personal de administración y servicios, que es quien puede hacer funcionar la máquina con fluidez y a pleno rendimiento (este personal parece ser el gran olvidado de los debates de la contrarreforma).

Ya hemos perdido mucho pelo los que luchamos, desde nuestros pinitos iniciales, por conseguir una universidad de calidad y prestigio internacional, no basado en las piedras, más o menos históricas. Esperemos que esta caída del cabello no nos convierta en calvos absolutos o, para intentar demostrar que se ha hecho, algo nos obsequien con tres pelucas.

LA REDACCIÓN

Volver al principio
linea.gif (922 bytes)
Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
Tus preguntas y comentarios sobre este Web dirígelos a vivatacademia@uah.es
Copyright © 1999 Vivat Academia. ISSN: 1575-2844.  Números anteriores. Año III
Última modificación: 10-07-2001