Transición sin enredos

José Morilla Critz

Estábamos ensimismados en la Universidad de Alcalá con la ilusión, unos, y con la preocupación, otros, en la "precampaña" para la, deseada por unos, temida por otros, renovación en el Rectorado, cuando, como el que no quiere la cosa, se nos ha ido "entrometiendo" la perspectiva de la nueva Ley universitaria. Queramos o no, esta situación va a afectar al proceso de transición en el que nos hallamos inmersos en nuestra universidad. La manera y el modo en que lo asumamos es, no obstante, lo que no está escrito y de ellos depende, en gran medida, que las esperanzas de regeneración, adaptación a los tiempos y modernización se hagan realidad o se frustren momentáneamente en esta casa.

A nadie se le ha escapado la insistente alusión que, a tiempo o a destiempo, nuestro Rector hace a la rapidez con que van a ir los trabajos de discusión, aprobación y eventualmente aplicación de la nueva Ley. En la reciente sesión extraordinaria de la Junta de Gobierno (3,7,2001) dedicada a debatir sobre el anteproyecto citado, llegó incluso a plantear las dificultades que va a tener una transición desde la situación actual a la prevista en la nueva ley, por cuanto, según él, no se sabe qué órganos han de hacer la adaptación prevista y necesaria: los actualmente existentes en cada universidad, o los que habrían de constituirse de acuerdo a la nueva Ley.

Yo le advertí amablemente que, en un país que pasa por ser el modelo de saber hacer transiciones, eso no va a constituir problema, si es que no se quiere enredar. La histórica frase de "de la Ley a la Ley" de Torcuato Fernández Miranda a unas Cortes franquistas que se hicieron, como vulgarmente se dice, el haraquiri para que un equipo de refresco hiciera la transición partiendo de las leyes existentes, encierra la clave del asunto. Y además, es la que hay en la mente del MEC, como nos expresó el día 26 de Junio el Director General de Universidades, tras la sesión que el "Aula de Debate" celebró en la Facultad de Económicas y que, por cierto, nos autorizó para que así lo publicáramos. Como los Diez Mandamientos, lo que nos dijo se puede expresar en dos frases: una, la aplicación de la Ley será progresiva para que se implante definitivamente en el curso 2003-2004 y otra, no se va a meter en los procesos en curso que haya en cada universidad.

En suma, la transición en la Universidad de Alcalá, desde una larga etapa constitutiva y de establecimiento (exitosa en general y que merece ser despedida con grandeza y generosidad), nos pertenece a los universitarios alcalaínos. Pero, precisamente por eso, debemos hacerla teniendo en cuenta el marco de adaptación a la nueva Ley en el que se va a producir, viendo éste como una favorable oportunidad para que se reduzcan al mínimo las miradas al pasado, las críticas oportunistas, los ajustes de cuentas y se desaten, por el contrario, las fuerzas constructivas de la solidaridad y la cooperación por una nueva oportunidad de recomienzo, con nuevos bríos, ilusiones y ambiciones.

Es en ese escenario, en cuya posibilidad de plasmación práctica todos debemos participar, en el que yo y las personas que colaboran conmigo en la candidatura para el Rectorado formulamos el compromiso de, siendo elegido Rector en el modo previsto por nuestro sistema actual, convocar nuevas elecciones una vez realizada la adaptación de los Estatutos a la citada Ley por el procedimiento que la misma y nuestro Claustro actual establezcan. Esto es lo que creo que necesitamos, pues no hay enredo donde no se quiere.

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