Opinión y Debate
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico Año III

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Marzo 2001. Nº 23

Nuestra página destinada a suscitar la polémica y el debate contiene:

¿Dónde están los sobresalientes? (José Antonio Martínez Pons)
Reflexiones sobre el plan de estudios de Química de la UA (José Antonio Martínez Pons)
El examen de música (Un frustrado profesor de secundaria)
INCONGRUENCIAS (Julio Gutiérrez Muñoz)
Despedida temporal
Nada de recursos
El embrujo de la semántica
RECORTES
Vida privada: ¿Orwell o Kafka?
Ideas y ocurrencias
Un muestreo halla que el 95% de las plazas universitarias españolas son endogámicas
El letargo del ‘informe Bricall’
Los rectores piden que la ley universitaria se apruebe con consenso
La investigación y las plantillas de las universidades

¿DÓNDE ESTÁN LOS SOBRESALIENTES?

José Antonio Martínez Pons
Ingeniería Química. Universidad de Alcalá

De un tiempo a esta parte me está sucediendo algo extraño.

Llevo más de 30 años de profesión en Enseñanza Media y unos 10 en la Universitaria, solapados con una docena de años como "corrector de Selectividad".

Hasta hace poco todos los años me encontraba con algunos, no muchos, pero sí un número significativo de estudiantes que destacaban sobre la masa. Eran los sobresalientes, últimamente, sin embargo, estos estudiantes han desaparecido.

La masa mediocre es absoluta. Peor, sigue habiendo los auténticos desechos de tienta que ignoran hasta su propia ignorancia, o conociéndola, tratan de que suene la flauta (y lamentablemente, muchas veces les suena) pero ni uno que destaque por encima. La famosa campana de Gauss falla estrepitosamente. (Don Luis, donde quiera que esté Vd, supongo que en el Cielo de los Físicos, ahí tiene su contraejemplo).

Evidentemente lo que digo es una simple estimación personal, a lo sumo contrastada con algunos colegas, pero no se basa en un riguroso estudio estadístico, es "cualitativa" pero real como la vida misma.

El fenómeno se da en todos los frentes docentes en que estoy liado, y digo frente en el mas estricto sentido de la palabra. (Ahí doy la razón al escenógrafo que, siguiendo la moda actual de enmendarle la plana a todo bicho viviente, transportó el Lohengrin wagneriano a una escuela, donde el caballero del cisne se convertía en el "profe", Elsa era la empollona y la pareja de malos los incordiones del clase. Y creo que se quedó corto, para entrar en una aula de ESO, no basta ser Lohengrin, hay que ser el mariscal Rommel, acompañado de una Panzer-Divison, por lo menos).

Ni en la Universidad, ni en el IES, como los llaman ahora, hay nada que destaque. Las pocas notas un poco decentes que uno pone lo son por obra y gracia de la aritmética, de la suma de los puntos, pero, leyendo entre líneas no se ve más que rutina, nada de esa chispa que un profesional avezado, y yo lo soy, detecta a la primera lectura o a la primera intervención en clase del alumno realmente inteligente, brillante.

¿Qué ha pasado? ¿De repente, en unos pocos años los jóvenes se han vuelto estúpidos?

Absurdo sería aceptar que sí. Los jóvenes de antes, como los de ahora, tienen sus mentes distribuidas, más o menos, según una curva de Gauss.(Por cierto, si sólo entre un 5 y un 10 % termina la carrera en los años previstos por el plan de estudios, es que la carrera está mal diseñada, pique a quien pique) En un grupo de 100 debe haber por lo menos 4 ó 5 aspirantes a Matrícula de Honor, como se decía antes. ¿Por qué no ocurre?

Creo que hay muchas razones, de ellas vayan algunas y las cito como se me ocurren, sin que ello implique una jerarquía. Las hay generales y las hay particulares.

Una podría ser que la sociedad en que vivimos no premia la excelencia, es más la rechaza (una vez más el maestro Ortega), al menos en el campo intelectual, no en otros, como el deportivo o el pseudo artístico de las pseudoartes de moda. El buen estudiante es el "empollón" o el "pelota". La masa se refocila en ser eso, masa.

Por otra parte todo induce a la satisfacción rápida e inmediata, cuando más trivial mejor. El trabajo intelectual ni es rápido, ni es inmediato, ni por supuesto es trivial, aunque muchos "intelectuales televisivos" no lleguen ni a triviales. La sociedad actual adolece de estas características: resultado inmediato y trivialidad. En resumen cultura del "todo a cien".

Otra, uno de los males celtíberos por excelencia: se trata de buscar culpables, no soluciones y en todo momento de eludir la responsabilidad. Cuando encuentro al responsable, que, por supuesto, no soy yo, ¿para qué buscar la solución? Eso ocurre en educación : el responsable es el sistema, el programa, el profesor. Por supuesto ni el alumno ni los más directos responsables de su progreso en todos los órdenes, es decir, sus padres, tienen culpa de nada. Éstos que, desde que nacen, se esfuerzan en desbrozar el camino de sus retoños, otro de los errores a mi entender básicos, y son los primeros en transferir sus responsabilidades a los docentes a quienes , por otra parte, se encargan de desautorizar, a veces de forma soez (la actitud encanallada de la sociedad que empieza por un lenguaje soez y tabernario que hasta hace poco se asociaba con los retretes de las tascas y que ahora se escucha hasta en el Parlamento) ante sus propios hijos.

También debo hablar de nosotros. Pienso que ni nuestras enseñanzas, ni nuestras pruebas de control están dirigidas al estudiante brillante, sino al mediocre, posiblemente porque nosotros seamos también mediocres. Sigo, como ya he dicho en otras ocasiones, sin creer en pruebas que consisten en meter a cien sujetos en un aula , largarles una serie de cuestiones académicas y, sobre estas pocas horas, emitir un juicio casi inapelable sobre la idoneidad y preparación de nuestros alumnos. Me recuerda que cuando yo ingresé en los cuerpos docentes del Estado, un genio de la medicina, que ni me había visto, y con base en una radiografía de tórax, certificó que yo no padecía enfermedad, ni defecto físico, NI PSÍQUICO, que me impidiera el ejercicio de la docencia.

Pero todos estos males, y más que se me ocurren, vienen de largo, por qué pues esta sequía repentina reciente.

Para mí no hay duda, ésta es una muestra más de la mayor agresión a la cultura española perpetrada jamás, la llamada LOGSE y todas las leyes , reglamentos y circulares que han venido detrás.

La LOGSE se redactó con base en ideologías , no en ideas, se pensó desde los conventículos del Ministerio, y al decir conventículo quiero aplicarlo en el sentido etimológico de la palabra, dichosos curas rebotados que ni son curas ni han dejado de serlo, aunque se disfracen de social –pedagogos. Hoy por hoy se confunde escolarizar con retener en el aula, derecho a una educación con derecho a que un sujeto, que debería estar en un correccional o al menos en una escuela especial, esté en la clase incordiando a los demás, empezando por el docente. En resumen privando, en aras de un presunto derecho que rechaza, a los restantes estudiantes de un derecho que desean.

Como cualquier valoración negativa está prohibida, se acaba con el fracaso escolar prohibiendo diagnosticarlo, los "malos" no dan un palo, y los "buenos", a los que se exige muy por debajo de sus posibilidades, no vayan a enfadarse los unos o los otros, se acostumbran a "pasar" con lo mínimo, incluso con nada, basta con que se porten más o menos bien. Llegan pues al remedo de bachillerato sin saber nada de nada, o lo que es peor sin hábitos de trabajo, de aceptación de responsabilidades y, como pueden, pasan a la Universidad. En ésta se les abren de par en par las puertas, no vayamos a quedarnos sin alumnos; pero allí volvemos a las andadas, semana de cinco, incluso de cuatro, días, los fines de semana son para pasarlo bien , semestres que son cuatrimestres de tres meses, programas que se cubren en menos de un 60%, exámenes que se aprueban casi rebuznando, (a alguien hay que aprobar), etc. En resumen, sin base inicial ni hábito de trabajo, pasa lo que pasa y lo que vemos. Bajamos los niveles, reducimos los años teóricos de permanencia en la Universidad, -hay que competir con las privadas -, bajamos la exigencia pero la mediocridad está ahí y lo que es peor esta misma mediocridad pronto será la que surtirá a la sociedad, e, incluso a la misma Universidad de profesionales mediocres, por muchos "masters" y zarandajas de todo tipo que les vendamos después. ¿Se pretende tal vez institucionalizar la cultura de la incultura? No lo sé, pero si es así, lo siento por la propia sociedad, por mis alumnos y por mis propios hijos, que también trabajan cinco días y ponen cara de memo viendo la televisión donde le dan programas made in USA pensados para edad de 12 años, en los que les indican hasta cuándo deben reírse, así no tienen que pensar, que da jaqueca.

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Reflexiones sobre el plan de estudios de Química de la UA

José Antonio Martínez Pons
Ingeniería Química. Universidad de Alcalá

En respuesta a una circular del Decanato de Ciencias Químicas de la UA, en relación con la evaluación de estos estudios, se me ocurre una reflexión: Estadísticamente entre un 5 y un 10% de estudiantes acaban su carrera en los años reglamentados. Esto prueba, sin lugar a dudas, que la carrera está mal diseñada, le pongamos los títulos que queramos.

Se impone pues

1.- Una valoración de cómo ingresan los estudiantes.

1.1 Formación muy baja y cada día peor, son frutos de la LOGSE, especialmente en Física, Química y Matemáticas

1.2 Actitud muy pobre, empezando porque son incapaces de guardar silencio en clase. Baja capacidad de razonamiento.

1.3 Capacidad de concentración y estudio casi nula.

1.4 Responsabilidad baja.

2.- Una valoración de las razones por las que han elegido químicas, en muchos caso por mor de la nota de corte, pero sin "vocación".

Lógicamente, al ser esta nota más bien baja, llega de todo y al cabo de un cierto tiempo, viene el desencanto y tal vez el abandono o andar renqueando toda su carrera

3.- Distribución a la "carta" de asignaturas

4.- No me parece que el "tiro con arco" o el "tenis" valgan lo mismo como asignatura de libre elección que un curso de mecánica cuántica, por ejemplo, y es una anécdota.

Respecto a los puntos 1,2 y 3, mi condición de profesor de EE MM muy experimentado me da base y fundamento. Resumo diciendo que una escalera no es larga ni corta, depende de dónde se apoya y a dónde se quiere llegar y, en mi modesta opinión, en el plan de estudios no se ha tenido en cuenta para nada la base de apoyo.

Creo pues que es imprescindible, aunque no sea políticamente correcto decirlo, volver a implantar un primero básico de materias generales: física, química y matemáticas que siente unas bases mínimas.

Gracias.

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El examen de música

Un frustrado profesor de secundaria

En el número anterior de Vivat Academia apareció un artículo titulado "con la música a otra parte" que ponía el dedo en la llaga de "nuestro exquisito sistema educativo".

Algunos pueden todavía estar pensando: ¿Para qué querrán enseñar música a nuestros hijos, si no pueden con las matemáticas? Pues miren ustedes, que un chico o chica de dieciséis años no sepa cómo se calcula una integral puede ser malo para su futuro como universitario, pero que no tenga ni la más mínima cultura musical es pernicioso, no sólo para él, sino para la sociedad en que va a desarrollar su labor profesional.

Entre tanto, y para solaz regocijo de la audiencia, paso a adjuntarles la transcripción literal del examen de música de un alumno;no tiene desperdicio. He respetado la ortografía en su forma original, espero que sean capaces de entenderlo. Aunque piensen que es un invento, les aseguro que nadie tiene tanta imaginación para idear esto, y tengo la copia del original del examen que da fe de todo lo que aquí se relata:

"Pregunta 1: La orquesta: definición, esquema de distribución de los instrumentos y criterio de colocación de estos instrumentos.

Respuesta: La orquesta es cuando se guntan mucha gente que toca, y toca la musica. Los instrumentos se colocan unos delante y otros detras y eso depende del tamaño, por ejemplo la gaita se coloca siempre delante.

Pregunta 2: Características generales de la música barroca.

Respuesta: Creo que ay un despiste en la pregunta, me parece que es la musica marroca. Voy a contestar esto. La musica marroca es la de los moros de Marruecos que es muy importante porque la tocaban los moros cuando ivan a las batallas de conquista.

Pregunta 3: Beethoven.

Respuesta: Este era un señor sordo que compuso la letra de Miguel Rios o sea el Hino de la Alegria. Pero cuando la izo no era de rocks. Daba muchos conciertos en la epoca de Franco y hizo tambien "Para Luisa" que no tiene paranjon en la historia de la musica.

Pregunta 4: Vocabulario musical. Define...

- barítono: es el que lleba la barita o sea el que dirije a los otros

- tenor: es un cantante como Placido Domingo

- soprano: esto no lo se

- villancico: es lo que se canta en Navidad cerca del arbol

- sinfonía: es lo que tocan las orquestas

- movimiento adagio: eso no lo trae mi libro

- movimiento allegro: que lo cantan los musicos cuando o sea estan contentos

Pregunta 5: Brevemente comenta las características musicales de tu grupo/cantante/compositor favorito.

Respuesta: Ami me gusta mucho toda la musica tanto asi la vieja y la de haora. ejemplo: de la vieja Carminha Furada, Maller y Faya que era español, de los nuevos me gusta Mecano, Siniestro Total, Los Burros, Allatola no me toques la pirola (con perdon) y otros muchos en jeneral. Fin.

Nota: ¡FUE A PROTESTAR PORQUE LE SUSPENDIERON!

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INCONGRUENCIAS

Julio Gutiérrez Muñoz. Universidad de Alcalá

Despedida temporal

Esta es la última entrega de la sección de Incongruencias, al menos hasta dentro de un año largo.

Fundamentalmente, estas líneas han estado dedicadas a la falta de coherencia de las personas que gobiernan la Universidad de Alcalá. Entramos ahora en un proceso delicado de elecciones a rector, con dos candidatos nuevos, que han hecho pública su intención de acudir a los comicios, y el rector Gala, que ha declarado, de forma muy ambigua, que "no se presentará a las elecciones, salvo..."

Hace ahora aproximadamente un año, cuando fui elegido representante del colectivo de profesores en Junta de Gobierno, decidí renunciar a mi intención de participar como candidato en las citadas elecciones, para ser libre de adoptar las posturas más convenientes, en mi opinión, para el colectivo que me eligió. Era consciente del enfrentamiento casi global entre estas posturas y las mantenidas por el equipo de gobierno, aparte de la mala interpretación que algunos miembros de la comunidad universitaria alcalaína harían de mi labor opositora.

A título de anécdota comentaré que, incluso después de haber aparecido en la prensa mis declaraciones categóricas en el sentido de no optar a la máxima responsabilidad académica universitaria, algún director de departamento, presente en Junta de Gobierno, seguía acusándome públicamente de estar utilizando la representación otorgada por mis compañeros en beneficio personal con carácter electoralista.

En estos momentos la situación es similar en muchos aspectos, ya que como miembro de la comunidad universitaria alcalaína y como claustral elegido por el colectivo de Catedráticos de Universidad, debo tomar partido por alguna de las opciones que ya se nos han presentado.

Por todo ello, por razones de estética, creo conveniente no seguir con mis críticas personales desde estas páginas que, a partir de ahora, debería hacer extensivas también a los rectorables y que, sin lugar a dudas, se interpretarían como parte de la campaña electoral.

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Nada de recursos

En la Junta de Gobierno extraordinaria, relativa a los baremos sobre las promociones, escuchamos, y vimos con gran sorpresa, como el equipo rectoral y alguno de sus apoyos se oponían rotundamente a la posibilidad de que un profesor calificado negativamente para la promoción, en la evaluación externa, pudiera recurrir para que se le valorara el curriculum, también externamente por un conjunto de catedráticos del área elegidos a sorteo.

Lo peor es que uno de los más activos en la negativa al derecho al recurso fue el actual secretario del Consejo Social, Vicepresidente del Claustro que se extingue y representante de profesores en Junta de Gobierno, el Prof. Espinar. El argumento utilizado para su negativa fue que el recurrente se vería entonces relegado a que su plaza saliera más tarde que la de sus compañeros (?). Efectivamente, a fin de no paralizar todo el proceso, los representantes de profesores pedíamos que, en caso de no llegar a tiempo la segunda evaluación externa solicitada, se aplazara la decisión sobre el profesor en cuestión al siguiente proceso, pero seguimos sin entender que ello pueda ser motivo de negar el derecho al recurso.

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El embrujo de la semántica

Casi todo el equipo rectoral había abandonado la sala; sólo quedaban Antonio Alvar, José Blázquez y el Secretario General, por lo que presidía el vicerrector de Centros. Posiblemente el motivo residía en que se pretendía, por parte de representantes de profesores, votar una moción de reprobación del rector, por su actuación en el expediente que abrió contra nuestra compañera Rosalía Peña.

Tras la intervención de Enrique Téllez, José Blázquez quiso pasar al punto siguiente, con el siguiente argumento: "La Junta de Gobierno no tiene competencias para reprobar al rector". Allí casi todo el mundo empezó a rasgarse las vestiduras en el mismo sentido. Que si la reprobación era sólo competencia del Claustro, que si los jueces se equivocan y no por eso son reprobados, etc. En cualquier caso, nadie parecía saber cual era el verdadero significado de reprobación.

El Secretario General y el Vicepresidente del Claustro (también representante por profesores), ambos doctores en Derecho, encontraron la clave con la palabreja "reprobación". ¡Lo decían bien claro los Estatutos!, "corresponde al Claustro reprobar al rector". Los "arietes" del colectivo de estudiantes tomaron el relevo, ¡les habían dado el discurso clave! y se aferraron a la semántica como si de un potente imán se tratara, para evitar, en la medida de lo posible, que se "dañara" la imagen del rector. El Dr. Blázquez, erre que erre, continuó con su pretensión de no votar, ni siquiera la posibilidad de votar.

Ante el embrujo de la fuerza del castellano, plasmado sin parangón en la palabra reprobación, Enrique Téllez plegó parte de sus velas y aventuró un tímido "votemos entonces que consideramos que el rector ha actuado mal en este tema".

Pues bien, el que esto escribe tomó los Estatutos, los abrió por el artículo 101, solicitó la palabra como cuestión de orden, animó a los miembros de la Junta a tener un poco de seriedad en los planteamientos y procedió a dar lectura al texto. No se deben utilizar a la ligera las normativas que nos regulan, y menos en beneficio propio, y peor aún si quienes lo hacen tienen responsabilidades académicas y encima son profesionales del Derecho. Lo que los Estatutos dicen, queridos lectores, es "El Rector podrá ser revocado...", no aparece la palabra reprobación por parte alguna.

En esto perdimos casi una hora. No estaría de más que algunos de los que nos gobiernan se dieran una vuelta, de vez en cuando, por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Castellana. Según éste, revocar significa "dejar sin efecto una concesión, un mandato o una resolución", mientras que reprobar significa "no aprobar, dar por malo".

Ni que decir tiene que ni siquiera se consiguió que se votara.

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RECORTES

Vida privada: ¿Orwell o Kafka?

Cuando se trata de la invasión de la vida privada, de la recolección de datos personales, de la conformación no autorizada de bases de datos a partir de dicha información, ¿sigue siendo acertado utilizar la metáfora del Big Brother?

JEAN-PIERRE CLOUTHIER, Montreal (Quebec) - LatinoTek . Domingo 18 febrero 2001. Ciberp@is

Daniel J. Solove es profesor de derecho en la Seton Hall Law School (Newark, New Jersey). En un documento de reflexión titulado Privacy and Power: Computer Databases and Metaphors for Information Privacy (Vida privada y poder: bases de datos informáticas y metáforas para la privacidad de la información, en PDF), Solove sostiene que remitirse a la novela 1984 de George Orwell y a la imagen de Big Brother no genera una percepción adecuada del problema de la privacidad.

El seguimiento no es el mayor problema

Big Brother es esa entidad que todo lo ve, lo sabe todo y todo lo controla, una forma de poder que determina cada uno de los aspectos de la vida, incluso los pensamientos y las charlas íntimas. Exige obediencia ciega a sus súbditos, reescribe la historia, borra los residuos molestos, censura y quema los libros. Estima necesario sofocar el individualismo, procurar la uniformidad, demandar la disciplina.

De acuerdo con Solove, se comete un error al pensar que el seguimiento de nuestras actividades en línea es el meollo del asunto. La problemática de la vida privada y las bases de datos que contienen información personal puede vislumbrarse con mayor claridad si acudimos no al libro de Orwell sino a la novela El proceso de Franz Kafka.

En Kafka, el personaje principal, Joseph K., se despierta una mañana con el arribo de agentes gubernamentales que le informan que está detenido. ¿Quién lo acusa? ¿De qué se le acusa? ¿Para quién trabajan estos agentes? Imposible saberlo. Los policías son corteses, deferentes. K. Debe enfrentarse a un tribunal burocrático que ha reunido un voluminoso expediente sobre su persona. Pero permanece libre, conserva su empleo. Como decía un analista literario, "¿qué sentido debemos otorgarle a esta libertad? En verdad, se perfila como el instrumento más temible del cual dispone el misterioso tribunal. Si K. no es encarcelado cuando se le acusa, ¿qué otra condena puede verse obligado a cumplir?".

Kafka: Impotencia, vulnerabilidad y deshumanización

Según Solove, "si examinamos el contexto haciendo uso de la metáfora kafkiana, el problema es uno de impotencia, vulnerabilidad y deshumanización acarreada por la conformación de expedientes que contienen datos personales, una situación en la cual el individuo no tiene voz ni voto sobre los métodos de recolección y de uso de dichos datos". Solove considera que la metáfora orwelliana "no consigue aprehender adecuadamente la dimensión más importante del problema de las bases de datos, a saber: la naturaleza de nuestras relaciones con las burocracias privadas y públicas y las consecuencias de dichas relaciones sobre la dignidad humana y la libertad".

El mundo actual es gobernado en gran medida por esas burocracias, "que inciden sobre nuestras comunicaciones, nuestras modalidades de entretenimiento, los cuidados de salud, el empleo, la enseñanza, el transporte, la cultura. Dichas instituciones estructuran nuestras vidas en el seno del Estado moderno, y nuestra libertad depende de las relaciones que sostenemos con ellas. Las bases de datos modifican el proceso de toma de decisiones de las burocracias y los juicios que éstas se forman, lo cual influye en nuestras vidas al exacerbar y alterar el equilibrio del poder en nuestras relaciones con dichas burocracias. Ahí está el elemento central del problema de las bases de datos personales, y se vislumbra mejor si nos valemos de la metáfora kafkiana".

Solove reconoce que se puede dudar de la importancia de las metáforas literarias. Pero opina que si bien tal vez no describen con precisión un problema, no dejan de ser útiles para ilustrarlo de manera palpable. "Las metáforas no nos instruyen por su realismo, sino que dirigen nuestra atención hacia ciertos fenómenos políticos y sociales".

Vale la pena citar por nuestra cuenta a John Dewey, quien en su obra Logic: The Theory of Inquiry (Lógica: la teoría de la investigación) decía que un problema bien planteado ya está resuelto a la mitad. Por lo tanto, si las metáforas ayudan...

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Ideas y ocurrencias

FRANCISCO MICHAVILA. Diario "El País"( 12-02-01)

"No tiene ideas, sólo ocurrencias", decía maliciosamente un gran personaje de la política y el pensamiento de este país, en la época republicana, a propósito de otro ilustre contemporáneo suyo. Dicha afirmación se puede aplicar sin mucha dificultad a algunas aseveraciones que han hecho o hacen dirigentes políticos actuales acerca de nuestra universidad. Así, en un acto de apertura de curso, el anterior vicepresidente del Gobierno Álvarez-Cascos hablaba hace poco del "elefantiásico modelo universitario actual", su "preocupante esclerosis", la "necesidad de la formación de un carácter de gentes libres" u otras vaguedades similares que, en cierto modo, resumen las inquietudes y el pobre balance de los cuatro primeros años de gobierno conservador en cuanto a la educación superior. Ausencia de ideas, huera brillantez retórica y ocurrencias perecederas que recuerdan bastante aquello que decía el verso machadiano de que desprecian cuanto ignoran. La actualización del marco legislativo es perentoria, pero la ley que ha marcado el quehacer académico superior no se puede cambiar a base de ocurrencias. Son ideas sólidas, surgidas tras un amplio debate, y no simples ocurrencias, las que deben impulsar la acción política universitaria, valorada como urgente.

Se ha perdido un tiempo valioso que nos aleja de las transformaciones emprendidas en otros países de la Unión Europea (Alemania, Holanda o Suecia). Sin embargo, la aparición del Informe Universidad 2000 y otros estudios similares publicados en los últimos meses propician que el debate profundo de las ideas pueda tener lugar el presente curso. Diversas circunstancias aconsejan que no se demore: la transformación interna de la universidad española en los últimos quince años hace que la LRU esté agotada y no responda a las exigencias de la sociedad de nuestro tiempo, la armonización que se reclama de los distintos sistemas universitarios europeos, la veloz incorporación de las nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje, etcétera.

Entre las ideas que se abren camino, con suficiente aceptación, se hallan la revisión de la financiación o la conveniencia de un pacto universitario entre las fuerzas políticas mayoritarias en el Estado. Pero son muchas más las que debe incorporar un cambio legislativo que contribuya a que la universidad sea transparente, libre y condicionada a una pública rendición periódica de sus resultados. A continuación se proponen otras dos sobre el alcance de sus actividades y la eficiencia de su organización.

Las actividades docentes y de investigación son cada vez más complejas, con un carácter multidisciplinario creciente; la bondad de un nuevo modelo organizativo dependerá de que favorezca las actividades pluridisciplinarias. A la multidisciplinariedad se opone el sistema actual de adscripción de los profesores a las áreas de conocimiento. Significa una parcelación inapropiada para la visión futura de la actividad académica; es un lastre que afecta negativamente a la movilidad y limita el aprovechamiento de los recursos disponibles. La adscripción rígida de cada profesor a una sola área de conocimiento corresponde a una visión del control anticuada que se ha de suprimir. El contenido de las asignaturas y el perfil de los departamentos son suficientes para valorar las capacidades docentes en los procesos de selección, siempre que hayan mecanismos públicos -y rigurosos- de rendición de cuentas. El modelo organizativo de las áreas de conocimiento se ha de eliminar o sustituir por otro que contribuya a los proyectos científicos pluridisciplinarios y estimule la movilidad de los docentes. La posibilidad de que los profesores universitarios puedan trabajar sin que todo esté regulado se halla en la base de cualquier cambio innovador.

Respecto a la eficiencia de la organización de las universidades, tan importante como la revisión del procedimiento de elección de sus dirigentes, es la asignación de responsabilidades en los niveles adecuados, que permita resolver las indefiniciones inherentes a la actual estructura matricial. Se ha de distinguir entre el gobierno, la dirección y la gestión de las instituciones. El equipo rectoral ha de ocuparse de implantar un número limitado, pero con intensidad suficiente, de políticas generales centralizadas que permitan impulsar la visión y los ideales de la institución. Por el contrario, la dirección ha de ser descentralizada y participativa, mientras que la gestión se ha de profesionalizar, de manera que facilite el establecimiento eficiente de las metodologías de trabajo. Un adecuado sistema de incentivos y evaluación favorecería que los miembros de la comunidad universitaria asumiesen no sólo competencias, sino responsabilidades.

Francisco Michavila es catedrático y director de la Cátedra UNESCO de Gestión y Política Universitaria de la Universidad Politécnica de Madrid.

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Un muestreo halla que el 95% de las plazas universitarias españolas son endogámicas

El estudio publicado en ‘Nature’ compara España, Francia, Reino Unido y EE UU

MÓNICA SALOMONE. Madrid. Diario "El País". Jueves, 1 de marzo de 2001

Un muestreo sobre el grado de endogamia laboral del profesorado en la Universidad española revela que el fenómeno está sumamente extendido, pese al rechazo que teóricamente suscita. Según el estudio, que compara cuatro países - España, Francia, Reino Unido y Estados Unidos-, y que publica hoy la revista Nature, sólo el 5% de los profesores titulares españoles tiene su plaza en una universidad distinta de aquella en que empezaron su carrera, frente al 50% de los franceses, el 83% de los británicos y el 93% de los estadounidenses.

Los autores del trabajo, publicado en la sección de cartas de la revista, son Ana Rivero y Arcadi Navarro, dos biólogos españoles actualmente en la Universidad de Edimburgo. De 34 y 31 años respectivamente, ambos cumplen los requisitos para ser considerados cerebros fugados: empezaron su carrera becados varios años por el Gobierno español, han pasado por prestigiosos centros de investigación franceses y británicos -entre otros- y ahora trabajan en áreas de vanguardia.

Hasta ahora, para cuantificar este problema, había poco más que la sensación que cunde en el mundo académico, y casos aislados hechos públicos por asociaciones de investigadores. Rivero y Navarro buscaron un indicador objetivo para medir el grado de endogamia. Escogieron al azar 160 investigadores de España, Francia, Reino Unido y Estados Unidos (40 por país) y compararon la dirección que figuraba en su primera publicación con la de la universidad en que ahora ocupan una plaza fija. Los puestos son: profesor titular en España, maître de conference en Francia; lecturer en el Reino Unido y assistant professor en Estados Unidos.Los autores emplearon una base de datos que existe desde 1984; de modo que, para asegurarse de que efectivamente cogían el primer trabajo de cada autor, sólo seleccionaron los de quienes publicaron desde 1984. Para evitar sesgos de universidades jóvenes, donde el personal por necesidad es externo, sólo aceptaron centros de más de 50 años de existencia.

‘Los resultados son consistentes con la acusación de que las plazas en las universidades españolas se asignan casi exclusivamente a individuos que empezaron su carrera científica en la misma institución’, escriben los autores, que analizaron también otros indicadores de la calidad de la ciencia, con resultados siempre negativos para España. Por ejemplo, el tiempo transcurrido desde la primera publicación de cada autor hasta ahora, es más largo en España (12,5 años frente a 8,75 en Francia, 10,25 en Estados Unidos, y 10,18 en el Reino Unido). Esto ‘llevaría a la conclusión de que la comunidad científica española está envejeciendo peligrosamente’, indican Rivero y Navarro.

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El letargo del ‘informe Bricall’

Un año después del estudio, el Gobierno prepara la reforma de la Universidad sin contar con él

J. M. MARTÍ FONT , Barcelona (12-02-01)

El mes que viene se cumplirá un año de la presentación del informe Universidad 2000, encargado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas a un grupo de expertos dirigido por Josep Maria Bricall, ex presidente de los rectores europeos. El mundo académico tomó nota y se propuso abrir un debate en profundidad entre sus miembros. Mientras la oposición ha pedido que el texto sirva de referencia para elaborar la modificación de la Ley de Reforma Universitaria (LRU), el Gobierno ha mirado con recelo el documento desde el primer momento y ha evitado tomarlo como referencia. El secretario de Estado de Educación, Julio Iglesias, ha anunciado que el texto de la reforma, en el que ya está trabajando el Ministerio de Educación, estará listo en mayo.

¿Universidad o enseñanza superior?

Josep Maria Bricall, el pasado año, en la Redacción de EL PAÍS en Barcelona (C. Ribas).

Del debate supuestamente abierto en torno al informe, poco se sabe. Pasó el verano y este profundo estudio, de 481 páginas, sobre la situación y perspectivas de la educación superior en España pareció haber entrado en hibernación. En este tiempo, sin embargo, el propio Bricall ha hecho una defensa del texto basada en ocho puntos fundamentales, que recientemente explicó en una conferencia ante miembros del mundo académico. Éste es un resumen de su análisis:

. La dualidad tradicional. Desde sus orígenes, la Universidad ha tenido que compaginar la preparación profesional con el desarrollo de una disciplina científica, cuya convivencia no ha sido siempre fácil. A partir del Renacimiento incorpora la orientación clásica griega y latina, de modo que toda la actividad científica se considera integrante de una sola disciplina que tiene como función la mejora del hombre. En el siglo XIX, Napoleón y Humboldt la transforman en una institución para proporcionar al Estado las clases dirigentes, convirtiéndola en un sistema de promoción social. Hoy día se han desbordado los límites de una élite. Prácticamente todo el mundo pasará por algún tipo de educación superior. La cantidad ha transformado la Universidad.

. Los planes de estudio. Se debe distinguir entre dos tipos de estudios. En primer lugar, aquellos cuya sistematización viene dada en términos de una cierta disciplina científica corriente; el progreso de la ciencia correspondiente es lo que da forma a la estructura de toda la carrera. Por otro lado, las materias cuya sistematización está enfocada hacia un ejercicio profesional, de modo que la información que proporcionan las diferentes disciplinas no es tanto para ser conocida, sino para ser utilizada: tienen carácter instrumental. Esta distinción es interesante, porque lo que no se puede hacer es adaptar estos últimos estudios a la categoría de disciplinas, porque entonces se crean disciplinas falsas o improvisadas.

La segunda idea sigue las pautas de la Declaración de Bolonia de 1999, que fija un primer y un segundo grados. Un primer grado que correspondería a las diplomaturas y licenciaturas y un segundo tramo que tendría una relación con el mundo de la formación continuada. El tercer tramo sería el doctorado. La primera etapa, no inferior a tres años, da origen a un grado. La segunda sería el posgrado. La selección de currículo estaría en manos del estudiante, de modo que nunca se le cierre la salida ni se le encaje en una determinada línea para que acabe una carrera, sino que siempre pueda ir rectificando su opción. Supone pasar de situar la enseñanza en el centro del sistema a colocar al estudiante y su aprendizaje en este lugar. Esto implica que el profesor oriente y asuma el papel de asesor del alumno.

. La investigación. Tiene dos funciones y dos objetivos. El primero es el resto de la sociedad; su aplicación a la actividad económica y social. El segundo, la propia actividad científica. La ciencia se caracteriza por ser un conocimiento provisional que se ve contantemente superado por nuevos descubrimientos científicos. Todo está siempre en duda y la ciencia no es más que la etapa intermedia del proceso. Por eso, una parte de la actividad científica revierte en sí misma. La otra actividad científica intenta aplicar algunos de estos conocimientos a la solución de problemas. Se ha insistido mucho en la idea de que este impacto debe ser en la economía, pero nosotros creemos que debe ser también en la vida social, en la vida cultural. En este sentido es muy importante el doctorado; reivindica la investigación más allá de lo que es la tecnología aplicada. En España, el problema añadido es que el peso de la investigación lo lleva el sector público, al revés de lo que sucede en todo el mundo desarrollado.

. Financiación. En los países desarrollados, el alumno nunca paga más de un 20% del coste de la enseñanza. El resto se costea básicamente de tres maneras: donaciones de antiguos alumnos, fundaciones privadas y Estado. En la Europa continental es el Estado el que paga. En el futuro, con el crecimiento de la formación continuada, puede cambiar el modelo, pero en este momento, cuando se produce la generalización de la formación superior, está claro que se plantearán problemas de financiación. ¿Cómo podemos generar recursos suficientes para la enseñanza superior sin que estos recursos estén sujetos a problemas coyunturales que cambien en función de los presupuestos? Proponemos un sistema esencialmente fiscal. El estudiante, en el momento en el que se matricula, no paga sus estudios. Y si tiene beca, nunca los paga. Si no, dispone de un crédito con unos intereses muy bajos, que debe devolver en el momento en que sus ingresos superen la media del país. Esencialmente supondría que los que se benefician de sus estudios ejerciendo su profesión pagan el aprendizaje de la siguiente generación. Se alimenta un fondo. Ésta es la idea del crédito, en la cual no intervienen los bancos ni nada parecido. Se ha de contemplar la extensión del número de estudiantes que entren sin tener que pagar nada. Por otro lado, las universidades deben recibir el dinero no únicamente por la vía de la subvención global, como ahora, sino por la vía de contratos programa para cumplir determinados objetivos. Así se conseguiría obligarlas a revisar siempre sus objetivos.

. Control de calidad. La Universidad debe responsabilizarse de mejorar su oferta, lo que en inglés se llama accountability. Cada universidad debería crear un consejo de calidad; cada comunidad autónoma, un comité de evaluación, y, finalmente, el Estado debería instituir un consejo o comité de evaluación que decidiera si una universidad puede impartir con garantías suficientes una titulación. Esto no sería para toda la vida, sino que se iría renovando periódicamente. Este aspecto de la acreditación se está planteando también en la UE para hacerlo transnacional.

. El profesorado. Hay que flexibilizar el rígido sistema actual. Por una parte, abrir el camino a la contratación de cierto tipo de profesorado. El reclutamiento ordinario de docentes puede seguir haciéndose por el sistema de oposiciones funcionarial, pero hay que proponer que se añada un nivel: la universidad convoca la plaza y toma la decisión, pero debería escuchar a técnicos exteriores que no decidirían, sino que recomendarían en función de los candidatos y las necesidades de la institución.

. El sistema de gobierno. La Universidad ha de tomar decisiones. Los órganos de gobierno no son órganos intermediarios entre la Administración y el profesorado o los estudiantes, sino que son órganos que toman decisiones. La Universidad es autónoma; por tanto, debe elaborar unos planes estratégicos situando sus propias referencias y estableciendo dónde y cómo quiere desarrollarse en función de sus disponibilidades y su tradición. Hay que simplificar los órganos de gobierno actuales y crear un organismo único formado por miembros pertenecientes a la Universidad y ajenos a ella. De alguna forma que se fusione la junta de gobierno y el consejo social. Si las universidades no quieren hacerlo, el Gobierno debería redefinir el ámbito del consejo social.

Por otra parte, los departamentos suelen ser un instrumento adecuado para gobernar las disciplinas, pero no los estudios de los currículos. Esta observación ha pasado inadvertida pese a su importancia. Los estudios de currículo los dirigen personas nombradas por el poder central de la universidad; es decir, el rector. Si se quiere organizar unos estudios en una determinada dirección se ha de poder buscar profesores fiables de diferentes lugares, y no depender de los que envía cada departamento.

. Las nuevas tecnologías. La Universidad actual es un servicio. Existen unas herramientas que facilitan el acceso a las masas, que son las técnicas de información y comunicación, y este asunto no es fácil de introducir en el mundo académico, aunque se hable mucho sobre ello. Por otra parte, las universidades se diversifican, por lo que no sólo deben competir entre sí, sino también colaborar.

¿Universidad o enseñanza superior?

Josep Maria Bricall, que ha sido desde consejero del Gobierno de la Generalitat que presidió Josep Tarradellas hasta rector de la Universidad de Barcelona, lamenta la herencia que la dictadura franquista dejó en las élites sociales: su inacción, su incapacidad para influir en la sociedad. Su discurso, por tanto, tiende a devolver este protagonismo, y más aún a la universidad. "El Estado", indica cuando se refiere a la reforma, "debe tomar una actitud menos ordenancista y más de controlar a posteriori".

Bricall fue también presidente de la Conferencia de Rectores Europeos, lo que le ha permitido dotarse de una visión global sobre las distintas realidades del mundo académico. Universidad ha pasado a ser sinónimo de enseñanza superior, pero Bricall establece la diferencia. "En Europa, por universidad se considera aquella institución de enseñanza superior que además hace investigación. Y esto se especifica en el hecho concreto de que disponga de la oferta de doctorado. Es decir, que la universidad que hace investigación es aquella que da títulos de doctorado. Por otro lado, hay muchos centros de formación profesional superior -de educación superior- que no hacen investigación".

Sobre la gobernabilidad de la Universidad, una de las herencias más pesadas que ha configurado la aplicación de la LRU, Bricall intenta no ser radical. "El claustro habría que simplificarlo, no eliminarlo, ya que en una primera fase sería imposible. Pero al menos reducirlo de tamaño. En Europa continental es muy difícil encontrar un modelo de elección de rector que no sea votado de una u otra forma. Por ejemplo, en Francia, la Universidad tiene tres consejos, y los tres, reunidos, eligen al presidente. En Alemania, de forma general, cada consejo nombra un comité que busca un rector. El hecho de buscar un rector me parece muy positivo".

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Los rectores piden que la ley universitaria se apruebe con consenso

Solicitan que el Ejecutivo respalde un debate social sobre la reforma de la Universidad

S. P. DE P. / Madrid. Diario "El País", lunes, 26 de febrero de 2001

Los rectores han pedido al Gobierno que busque el consenso político para aprobar la futura ley universitaria y consideran que el Gobierno debe tener en cuenta las opiniones de los representantes de las organizaciones sociales para elaborar el proyecto de la futura norma. Así lo ha manifestado el presidente de los rectores, Saturnino de la Plaza, en el Congreso de los Diputados tras presentar el Informe Universidad 2000. De la Plaza ha anunciado la creación de un foro para iniciar ese debate y ha solicitado que lo respalde el Parlamento.

En opinión de los rectores, el futuro de la Universidad no debe ser decidido exclusivamente por un equipo del Gobierno, sino que tiene que ser debatido con los representantes de los sindicatos; los expertos en cuestiones como financiación, acceso y planes de estudio de la educación superior; los estudiantes, y otros colectivos representativos de la sociedad.

El presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), Saturnino de la Plaza, presentó la pasada semana el Informe Universidad 2000, también conocido como Informe Bricall en el Congreso de los Diputados. Este documento fue elaborado por un equipo de expertos coordinados por el ex presidente de los rectores europeos, Josep Maria Bricall, por encargo de los rectores. El documento hace un análisis pormenorizado de la situación de la Universidad española y sugiere las medidas que se podrían aplicar para la modernización de la misma. Algunas de ellas son la creación de préstamos financiados por el Estado para los alumnos de los últimos cursos de carrera, el incremento del número de becas de 17% al 40% en los primeros cursos y la creación de dos nuevas figuras contractuales de profesorado y un plan estratégico para la evaluación permanente de las universidades.

El Gobierno ha anunciado que presentará el texto de la nueva Ley de Universidades, con la que se reformará la Ley de Reforma Universitaria (LRU), de 1983, una modificación que los rectores llevan ya reclamando desde el comienzo de la pasada legislatura. De la Plaza expresó en el Congreso las opiniones de los rectores ante diversos aspectos relacionados con la nueva ley:

Consenso. En opinión de los responsables de las universidades, esta modificación ‘es urgente y debe ser lo más ampliamente consensuada por el Gobierno con todos los grupos con representación parlamentaria para garantizar la vocación de permanencia de la nueva norma’.

Debate social. El presidente de los rectores anunció la creación el próximo mes de marzo del foro Universidad y Sociedad y pidió al Congreso que lo auspicie con el fin de que sirva como vía para escuchar las opiniones de la sociedad sobre cómo debe ser el futuro de la Universidad y los aspectos que se deberían modificar con la futura ley. El PSOE manifestó su apoyo a esta iniciativa, y su portavoz de Educación en el Congreso, Amparo Valcarce, aseguró que su partido impulsará los mecanismos necesarios para que salga adelante. El resto de los partidos no se manifestaron al respecto.

Regulación del profesorado. Según el presidente de los rectores, el programa de estabilización y mejora del profesorado, que aprobó el Gobierno del PP en la pasada legislatura mediante un real decreto, ‘ha sido una medida coyuntural a la espera de la ley, y el resultado final de la financiación de esa medida ha preocupado a los rectores porque se ha tenido que hacer mediante convenios, que es una cobertura jurídico-administrativa que poco tiene que ver con el plan de estabilización del profesorado’.

Financiación. Los rectores consideran que la nueva ley ‘debería incluir mecanismos de financiación complementaria a las universidades’. La portavoz del PSOE en el Congreso cifró esa cantidad adicional que necesitan las universidades en 357.000 millones de pesetas.

Acceso a la universidad. De la Plaza señaló que ‘conceptualmente, la autonomía universitaria, recogida en la Constitución, da capacidad a las universidades para seleccionar sus estudiantes. Pero añadió: ‘En este momento veo dificultades organizativas, ya que el problema fundamental del acceso de los estudiantes no es sólo que demuestren su madurez y conocimientos para seguir estudios universitarios, sino la ubicación de los mismos en las titulaciones que prefieren’.

Según De la Plaza, ‘en muchas titulaciones este problema está desapareciendo y sólo queda en ámbitos como las ciencias de la salud o en enseñanzas técnicas’.

La investigación y las plantillas de las universidades

ANA CRESPO EL PAIS Miércoles, 28 de febrero de 2001

La enseñanza universitaria, para ser tal, tiene que proporcionar al menos dos habilidades a los estudiantes. Una son las bases técnicas para el ejercicio de una profesión, y otra, las herramientas intelectuales del método científico, que, a la larga, sirve para saber plantearse problemas y resolverlos rigurosamente. Ambas son imprescindibles en cualquier tipo de carrera universitaria.

Desde el punto de vista de esta definición, la investigación es una función de la Universidad tan fundamental para la docencia como el temario de un programa. Las mejores universidades del mundo lo son porque producen la mejor investigación y, desde luego, es en ellas donde los mejores estudiantes quisieran poder formarse. A este respecto, contemplando la evolución del sistema universitario español, surgen al menos dos riesgos que me interesa comentar. Uno en relación con las universidades privadas. Por supuesto, no tengo nada que objetar a la coexistencia de universidades públicas y privadas; sin embargo, las noticias sobre algunas universidades privadas resultan alarmantes en cuanto a los aspectos formativos a que me estoy refiriendo. La carga docente efectiva que soportan en tales casos los profesores jóvenes es aparentemente inhibidora de cualquier otra actividad, muy concretamente de la actividad investigadora. Es obvio que una universidad privada tiene que ser rentable, pero la rentabilidad no puede llegar al abaratamiento ilimitado de los costes tanto como para que el usuario crea pagar por una enseñanza universitaria y la reciba sólo a medias o reciba otra cosa. En cualquier corporación, las estructuras de personal, las plantillas, tienen que permitir y favorecer el cumplimiento de los objetivos institucionales.

En la Universidad, también. La exclusiva aplicación de relaciones numéricas como las de profesor/alumno u horas de clase/profesor constituye un criterio adecuado para programar políticas generales de subvenciones, pero no sirven como criterios de definición de políticas internas de personal.

Algunas grandes universidades públicas están abordando el diseño de sus plantillas y ése es un propósito difícil pero imprescindible. Un modelo de plantillas concebido como una política de personal tiene que contemplar dos niveles. Un nivel general que se resuelva con algo más que las aludidas relaciones numéricas y un segundo nivel que defina propiamente la política de la institución. En el primer nivel, la Universidad tiene que ser sensible, no sólo a su papel de enseñante de profesiones, sino también a su función científica (docente e investigadora). Es bien sabido, y en este mismo diario se ha venido insistiendo en ello, que en materia de I+D España sufre un importante retraso, sobre todo en cuanto al número de investigadores activos en el sistema. No se debe olvidar que, aun cuando las universidades no dependan del ministerio que administra la ciencia hoy en España, la inmensa mayoría de la investigación aquí, como en el resto de Europa, se hace en la Universidad. Por ello mal va a crecer el número global de investigadores si no se plantea el crecimiento de las plantillas universitarias. Las plantillas universitarias tienen que crecer, por supuesto, con arreglo a los criterios moduladores que se definan, pero tienen que crecer. Aunque no crezca el número de estudiantes. Además, también con carácter general, debe preverse que la plantilla docente tiene que ser piramidal, con efectivos de todas las edades interactuando en el proceso de enseñanza y de investigación. El otro nivel que tiene que contemplarse es más discriminante y es el que puede definir la política de cada universidad. Éste debe afectar a campos y acciones específicos.

No parece lógico que la Universidad no tenga prevista la creación de plazas en áreas de vanguardia científica, que no se permita la flexibilidad de poder acoger a un científico o grupo de excelencia que se quisiera atraer o que no se atienda a una política de crecimiento para grupos cuya labor docente o investigadora interese especialmente. En resumen, los objetivos científicos tienen que impregnar las políticas universitarias de personal y tienen que ser reconocidos como una base condicionante del propio servicio docente. Lo contrario es un gran riesgo (el otro riesgo a que me refería) para la enseñanza universitaria y, por ello, para este país. Ojalá la sociedad y los propios universitarios no lo consientan. Al menos en las universidades públicas.

Ana Crespo es catedrática de Biología Vegetal de la Universidad Complutense.

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Última modificación: 11-10-2001