Idea para un guiónJesús Miguel Sáez GonzálezUn niño encuentra una moneda en la calle -corten-, su casa está cerca, va andando. De camino a casa encuentra una moneda, la coge y se la mete en el bolsillo, entra en unos frutos secos, elige unas chucherías, va a pagar, no encuentra la moneda, se marcha, intenta deshacer el camino andado para buscarla, pregunta a los viandantes nadie sabe nada. Dubitativo y triste se va, llega a su casa, no hay nadie, le coge a su madre del bolso una moneda, vuelve a la calle, entra en la tienda, adquiere unos caramelos, de vuelta a casa se dispone a comerlos, antes enciende la tele, se ve a sí mismo...un niño.., se extraña -algo asustado- no se los come, apaga el aparato, sube corriendo a casa de un vecino; este también ve la tele, en pantalla se ve a un niño que.. corre, -aún más aterrado- sale a la calle con la bolsa de caramelos, de camino se para ante una tienda que vende televisores, en pantalla un niño que..., vuelve a la tienda -extenuado-, devuelve la bolsa de caramelos, obtiene la moneda, sale a la calle, encuentra en la acera una moneda... Volver al principio de "Idea para un guión" Volver al principioRetazosJesús Miguel Sáez GonzálezSoledad Sólo sin aviso un segundo pasa, silencio algo quedó, empapado un tiempo, tantos perdidos amores junto a un cigarrillo unos labios, la comisura de la mirada inocente de unos shorts penetrando al abismo de la fatalidad con su cara con ángel, un disparo nada quebró el quiebro del amor, que nunca fue justo, sólo a la pasión encerrada en su velo blanco impoluto que fue manchado por unas notas de carmín a media tarde, tantas veces media noche humedece. OdiseaNo muy lejos un ruido de fondo se entretiene como un zumbido; el insulto, dialogando entre los cubiertos a dentelladas de cinismo, estas canas aún no soportan el silencio, no sólo; un tremendismo, una frase sacada de su contexto natural saliva, no conoce a Ulises la baba, sólo su perro, y Pénelope entreteje; los muertos sonámbulos vagan por el Hades Purpurado y se trasfiguran por las paredes, todo quedó atado, bien atado. Se quedó sola, sentada en el descansillo. Boceto Ando solo, al final del pasillo la semilla, cojo mi sombrero de ala ancha y salgo a la calle, el día está nublado, siento un dolor en la espalda, busco un cigarrillo entre la nostalgia, los discos de vínilo vuelan y un Jukebox ronco espera a que alguien lo vigile. Asciendo por el Sacromonte, el ánima se enfurece, estoy ciego; mentira, me conozco tan bien, que he caído sobre la superficie rosada. Comienza la balada, la del hombre permanentemente muerto, un epílogo por estar y la sostenida tristeza del aliento se derrama. Volver al principio de "Retazos" Volver al principioAbro los ojos tímidamenteJesús Miguel Sáez GonzálezAbro los ojos nítidamente. Despierto, sin querer, de un profundo letargo. El cuerpo me dice, que estoy sentado en una silla, situada en el centro de mi habitación. Siento su dureza. Estoy incómodo. Comienzo a desperezarme poco a poco. Mi visión, todavía, es una nube, que no distingue con certeza la realidad del espacio. Intento mover el cuerpo, pero no lo consigo. Parezco extraño. La mente, aún confusa, trata de ponerse en orden. Ante el pensamiento, circulan ideas descabelladas, que no consigo descifrar. Sí recuerdo haberme quedado dormido. Decido concentrarme, regresar al mundo real. Voy a intentarlo. Dirijo mi mirada entonces, hacia un pequeño foco, situado en la mesa de estudio. La luz de éste, comienza a introducirse por mis pupilas. Su fulgor me traspasa. No puedo evitarlo. Estoy atrapado. Inmóvil. Atado por una luz cegadora en la línea del tiempo. Me pongo nervioso. No consigo tranquilizarme. Es incomprensible lo que ocurre. Sudo frenéticamente. Tengo una idea, intentaré mirar hacia otro punto, menos concreto. Me molesta la luz, es como una maldición, que se apodera de mí. Consigo por fin desviar la mirada hacia otro punto. Advierto la pared. Está desnuda. Prácticamente desnuda. Sigo atado por la luz. No puedo desembarazarme. De repente descubro que algo le ocurre a los ojos. Parece que las pupilas se han dilatado, se mueven vertiginosamente a veinticuatro fotogramas por minuto. Lo noto. Los ojos catalizan la luz, para proyectarse a continuación en la pared, que ha perdido su estado natural. Me doy cuenta, su desnudez ha dado paso a la proyección de unas imágenes, que al principio no son nítidas. No consigo descifrarlas de momento. Atención, comienzan a clarificarse. Mis ojos, ahora focos, han desarrollado una nueva capacidad, antes desconocida. Parece que las imágenes son verificables, debido a que soy capaz de regular imágenes. Ante mi desfilan multitud de escenas, que sin duda reconozco, la mente, el pensamiento, el alma se funde en un deseo unánime por conservarlas. Consigo tranquilizarme. Abro los ojos tímidamente. Estoy sentado en una butaca de cine. He despertado de la pesadilla. Despierto de un sueño. Mi sueño. Volver al principio de "Abro los ojos tímidamente" Volver al principioNecesito condenarte a mis ronquidosMarotonella Contagiossa
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