El Rincón Literario
Arriba Vivat Academia Índice Nros. Anteriores Índices Históricos

ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia. Diciembre 2008 - Enero 2009

  Año XI. Nº 101

linea.gif (922 bytes)

Noviembre 2008. Nº 100

Contenido de esta sección:

Idea para un guión (Jesús Miguel Sáez González)
Retazos (Jesús Miguel Sáez González)
Abro los ojos tímidamente (Jesús Miguel Sáez González)
Necesito condenarte a mis ronquidos (Marotonella Contagiossa)

Idea para un guión

Jesús Miguel Sáez González

Un niño encuentra una moneda en la calle -corten-, su casa está cerca, va andando. De camino a casa encuentra una moneda, la coge y se la mete en el bolsillo, entra en unos frutos secos, elige unas chucherías, va a pagar, no encuentra la moneda, se marcha, intenta deshacer el camino andado para buscarla, pregunta a los viandantes nadie sabe nada. Dubitativo y triste se va, llega a su casa, no hay nadie, le coge a su madre del bolso una moneda, vuelve a la calle, entra en la tienda, adquiere unos caramelos, de vuelta a casa se dispone a comerlos, antes enciende la tele, se ve a sí mismo...un niño.., se extraña -algo asustado- no se los come, apaga el aparato, sube corriendo a casa de un vecino; este también ve la tele, en pantalla se ve a un niño que.. corre, -aún más aterrado- sale a la calle con la bolsa de caramelos, de camino se para ante una tienda que vende televisores, en pantalla un niño que..., vuelve a la tienda -extenuado-, devuelve la bolsa de caramelos, obtiene la moneda, sale a la calle, encuentra en la acera una moneda...

Volver al principio de "Idea para un guión"             Volver al principio

Retazos

Jesús Miguel Sáez González

Soledad

Sólo sin aviso un segundo pasa, silencio algo quedó, empapado un tiempo, tantos perdidos amores junto a un cigarrillo unos labios, la comisura de la mirada inocente de unos shorts penetrando al abismo de la fatalidad con su cara con ángel, un disparo nada quebró el quiebro del amor, que nunca fue justo, sólo a la pasión encerrada en su velo blanco impoluto que fue manchado por unas notas de carmín a media tarde, tantas veces media noche humedece.

Odisea

No muy lejos un ruido de fondo se entretiene como un zumbido; el insulto, dialogando entre los cubiertos a dentelladas de cinismo, estas canas aún no soportan el silencio, no sólo; un tremendismo, una frase sacada de su contexto natural saliva, no conoce a Ulises la baba, sólo su perro, y Pénelope entreteje; los muertos sonámbulos vagan por el Hades Purpurado y se trasfiguran por las paredes, todo quedó atado, bien atado. Se quedó sola, sentada en el descansillo.

Boceto

Ando solo, al final del pasillo la semilla, cojo mi sombrero de ala ancha y salgo a la calle, el día está nublado, siento un dolor en la espalda, busco un cigarrillo entre la nostalgia, los discos de vínilo vuelan y un Jukebox ronco espera a que alguien lo vigile. Asciendo por el Sacromonte, el ánima se enfurece, estoy ciego; mentira, me conozco tan bien, que he caído sobre la superficie rosada. Comienza la balada, la del hombre permanentemente muerto, un epílogo por estar y la sostenida tristeza del aliento se derrama.

Volver al principio de "Retazos"             Volver al principio

Abro los ojos tímidamente

Jesús Miguel Sáez González

Abro los ojos nítidamente. Despierto, sin querer, de un profundo letargo. El cuerpo me dice, que estoy sentado en una silla, situada en el centro de mi habitación. Siento su dureza. Estoy incómodo. Comienzo a desperezarme poco a poco. Mi visión, todavía, es una nube, que no distingue con certeza la realidad del espacio. Intento mover el cuerpo, pero no lo consigo. Parezco extraño. La mente, aún confusa, trata de ponerse en orden. Ante el pensamiento, circulan ideas descabelladas, que no consigo descifrar. Sí recuerdo haberme quedado dormido. Decido concentrarme, regresar al mundo real. Voy a intentarlo. Dirijo mi mirada entonces, hacia un pequeño foco, situado en la mesa de estudio. La luz de éste, comienza a introducirse por mis pupilas. Su fulgor me traspasa. No puedo evitarlo. Estoy atrapado. Inmóvil. Atado por una luz cegadora en la línea del tiempo. Me pongo nervioso. No consigo tranquilizarme. Es incomprensible lo que ocurre. Sudo frenéticamente. Tengo una idea, intentaré mirar hacia otro punto, menos concreto. Me molesta la luz, es como una maldición, que se apodera de mí. Consigo por fin desviar la mirada hacia otro punto. Advierto la pared. Está desnuda. Prácticamente desnuda. Sigo atado por la luz. No puedo desembarazarme. De repente descubro que algo le ocurre a los ojos. Parece que las pupilas se han dilatado, se mueven vertiginosamente a veinticuatro fotogramas por minuto. Lo noto. Los ojos catalizan la luz, para proyectarse a continuación en la pared, que ha perdido su estado natural. Me doy cuenta, su desnudez ha dado paso a la proyección de unas imágenes, que al principio no son nítidas. No consigo descifrarlas de momento. Atención, comienzan a clarificarse. Mis ojos, ahora focos, han desarrollado una nueva capacidad, antes desconocida. Parece que las imágenes son verificables, debido a que soy capaz de regular imágenes. Ante mi desfilan multitud de escenas, que sin duda reconozco, la mente, el pensamiento, el alma se funde en un deseo unánime por conservarlas. Consigo tranquilizarme. Abro los ojos tímidamente. Estoy sentado en una butaca de cine. He despertado de la pesadilla. Despierto de un sueño. Mi sueño.

Volver al principio de "Abro los ojos tímidamente"            Volver al principio

Necesito condenarte a mis ronquidos

Marotonella Contagiossa

Necesito condenarte a mis ronquidos.

Porque contar los lunares de las sábanas huele al sudor del olvido,
necesito condenarte a mis ronquidos.

Porque besar la nuca de tu vacío sabe a humo descafeinado de un pitillo,
necesito condenarte a mis ronquidos.

Porque acariciar la piel de la manta evoca tu ausencia y tu vacío,
necesito condenarte a mis ronquidos.

Porque necesito, en tu hombro
enjuagar mis lágrimas
y enjuagar las tuyas en el mío,
sentir que, por lo menos, para eso sirvo.

Porque necesito, en tus ojos
emborrachar mi risa,
libertarme del miedo y del frío,
saberme a salvo y seguro, como un niño.

Porque necesito, en tu pecho
cosechar mi alegría,
descansar del gris gentío
y de los harapos que nos visten de cinismo.

Porque necesito, entre tus brazos
sinceros hacerte mía,
en tu placer encontrar el mío,
unir el alma por la carne, notarnos vivos.

Porque necesito, en tu cuerpo
extraviar mis pupilas,
no enviar por ellas auxilio,
poner mis promiscuos ojos a tus pies rendidos.

Porque necesito, endiosarte,
hacerte mi deidad definitiva.
ser tú mi único ser divino.  

Pero,
porque sólo como puedo puedo amarte,
necesito torturarte con mis ronquidos.

Volver la principio del poema             Volver al principio 
linea.gif (922 bytes)
Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
REDACCIÓN
Tus preguntas y comentarios sobre este Web dirígelos a vivatacademia@uah.es
Copyright © 1999 Vivat Academia. ISSN: 1575-2844.  Año XI. Nº 101. Diciembre 2008 - Enero 2009.
Creative Commons License attrib.gif (1552 bytes) sa.gif (396 bytes) nc.gif (1017 bytes)

AVISO LEGAL

Última modificación: 28-11-2008