Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

Histórico Año V

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Octubre 2003. Nº 49

FRASES DEL MES:

La mayor parte de la gente confunde la educación con la instrucción.

Severo Catalina

El efecto de toda civilización llevada al extremo es la sustitución del espíritu por la materia y de la idea por la cosa.

Théophile Gautier

El deporte en la Universidad

Tras la apertura del aula de hípica de la Universidad de Alcalá de Henares, ha surgido un debate, recogido en diversos mensajes electrónicos (vea la página U.A.H.), cruzados entre algunos profesores y el Servicio de Deportes, sobre la conveniencia o no del deporte universitario.

Aunque la existencia de instalaciones adecuadas es un hecho en muchos centros de enseñanza superior – no así en la UAH-, y a pesar del esfuerzo de muchos miembros de la comunidad universitaria por conseguir que el deporte sea al estudio, como el vestido al cuerpo, imprescindible para un correcto desarrollo integral de la persona –recuérdese a los griegos clásicos-, todavía quedan en la universidad española –lo que no ocurre allende nuestras fronteras- elementos que defienden que el deporte, si debe practicarse, ha de hacerse fuera de los campus. Se oyen frases como ésta: "la Universidad es de uso exclusivo de la Ciencia". Y se le ponen a uno los pelos de punta, porque indican un desconocimiento total de la misión de la Universidad en el seno de la sociedad y, más aún, en los comienzos del siglo XXI.

Así como el deporte solo, sin aditamentos, embrutece, la Ciencia sola, sin la actividad física mínima necesaria para mantener el cuerpo sano, también entontece. Los miembros de la comunidad universitaria pasan gran parte de sus vidas en las aulas, laboratorios y despachos, se hace, pues, necesario disponer de facilidades para, en cualquier rato libre, despejar la mente y rebajar grasas, colesterol y "mala leche".

No vamos a entrar aquí a discutir sobre un hecho contrastado: el aula de hípica supone coste cero para los presupuestos de la UAH, ello se debe a las personas que, en su puesto de trabajo, hacen lo necesario para conseguir optimizar recursos –lo que no es habitual entre los estamentos gerenciales de nuestra institución-. Sin embargo, permítannos un pequeño paréntesis. Discrepamos de esta política alcalaína. Resulta que casi todo el deporte que se puede realizar en la Universidad de Alcalá es aquel cuya práctica supone un coste cero para los presupuestos. En otras palabras, se pueden ejercitar aquellas actividades cuyos ingresos, derivados del alquiler de pistas e instalaciones, dan beneficios. El resto está prácticamente desatendido por nuestras autoridades académicas; imaginamos que, en ocasiones, por falta de competencia. El deporte universitario es uno de los apartados contemplados en el CSD y se pueden conseguir fondos para su desarrollo. Ello requiere, bien es verdad, diligencia y esfuerzo de negociación, algo que aquí sólo existe para la compra de edificios ruinosos; y eso cuando se han conseguido recursos y no se han detraído de otras partidas mucho más necesarias.

Volvamos al tema central. Afirmamos que mantener una postura del tipo: "hasta que no tengamos satisfechas todas las necesidades en materia de libros, investigación, laboratorios etc, aquí no se gasta un duro en deporte", es negar la esencia misma de la Universidad.

Ciertamente, se puede abrir un centro de enseñanza superior sin dedicar un solo metro cuadrado a la práctica deportiva e impedir, incluso, el desarrollo de cualquier otra actividad. Entonces, por favor, comiéncese por exigir el cierre de las cafeterías. No se vayan a creer que no suponen gasto alguno.

Los que entendemos la universidad como un centro de formación integral, llevamos varios lustros asistiendo, impasibles, debemos confesarlo, a la implantación social de la siguiente idea: la Universidad es meramente un centro de formación profesional, donde el alumno sólo debe aprender a apretar aquellos botones y leer aquellos textos y legajos que, en su puesto de trabajo futuro, le vayan a ser útiles. Muchos docentes, no mencionemos a los alumnos, desprecian la enseñanza de materias, digamos tangenciales –las Matemáticas para los biólogos, por ejemplo-. En la totalidad de los casos dichas disciplinas sirven para desarrollar aspectos de la personalidad que, de otra manera, quedarían dormidos, cuando no anulados. No vamos a disertar sobre el desarrollo de los valores humanos que desencadena la práctica deportiva, plumas mejores ya lo han hecho, pero permítannos afirmar que la práctica deportiva enseña a los jóvenes a valorar el esfuerzo personal, sin el cual, en el deporte, no se consiguen triunfos. Eso no se aprende en las aulas, donde, desde el "copieteo", hasta el "peloteo" al profesor, pasando por el aprendizaje ajeno a la razón, pueden ser bastante productivos -en la vida profesional, desgraciadamente, más aún en nuestro país, no es diferente-. Es un hecho, además, que la violencia en el deporte está prácticamente ausente en el ámbito universitario; ¿será casualidad? La Universidad está para algo más que para formar fabricantes de cerveza, diseñadores de planos, cirujanos, farmacéuticos, abogados, economistas y todo el largo etcétera que ustedes quieran, muy competentes en su profesión, eso sí, pero prácticamente incultos y destinados al infarto en pocos años. Si en la juventud no se acostumbra uno a la práctica deportiva, después, cuando ya no tiene remedio, es mejor hacer "siestin" y "sillonin" para evitar la muerte súbita. Amando de Miguel decía: "la profesión más longeva era la de profesor universitario, más bien por su falta de actividad física, hasta que... se inventó el tenis".

Está bien que nos preocupemos porque nuestra universidad tenga los recursos necesarios para el desarrollo integral de los estudiantes y del resto de la comunidad universitaria, con equilibrio, es decir: no desnudando a un santo para vestir a otro. Nosotros seríamos los primeros en protestar si en la UAH dedicaran la mayoría del presupuesto a tener unas instalaciones deportivas de "universidad americana" y unas instalaciones docentes tercermundistas. Pero no es ese el caso, más bien al contrario, son tercermundistas las instalaciones deportivas, mientras hay demasiados gastos en nuevos edificios y en recuperación de antiguos para introducir nuevos estudios, consorcios, fundaciones y demás parafernalia política. Pero esa es harina de otro costal, y deberá ser tratada en ocasión futura; tampoco se dedica demasiado esfuerzo posterior al mantenimiento y conservación de los mismos.

Hay, no obstante, otro factor aún más preocupante, y no parece haber desatado las iras de cierto sector de la comunidad universitaria; ocasiones ha habido cuando, en los órganos competentes, se ha dado luz verde a proyectos ruinosos para una buena calidad de la docencia alcalaína. Nos estamos refiriendo a la proliferación de titulaciones que han hecho mermar los recursos económicos, físicos y humanos de aquellos estudios para los que sí estábamos preparados. Pongamos un ejemplo. ¿Teníamos necesidad de una Escuela de Arquitectura? Ni contábamos con profesorado, ni con instalaciones adecuadas. En varios departamentos, su implantación ha implicado el desvío de fondos, previstos para el buen funcionamiento de otros centros, a fin de dotar los nuevos laboratorios. Eso no parece haberle importado a nadie. Además, las autoridades ministeriales exigían un coste cero para la implantación de dichos estudios, consecuentemente, ello ha mermado la contratación y promoción de profesorado competente en otras áreas. Podríamos seguir con la gran cantidad de títulos que han ido proliferando en estos últimos años. Quizás, el silencio reinante en torno a estos aspectos sea hasta explicable. En la mayoría de los casos, la apertura de un nuevo centro se ha debido al pago de favores electorales debidos, y esa práctica es vista con "buenos ojos" por un amplio sector de los electores: "hoy por mí, mañana por ti". Así, si cambia de lado la tortilla, podemos sacar provecho impune de tal práctica.

Y en este mismo orden de ideas, vamos a rematar la faena con una última consideración. ¿Han pensado, los de "más libros y menos instalaciones deportivas", en que dieron su aprobación, en un Claustro, a la creación de una Facultad de Ciencias del Deporte? Entonces nadie se rasgó las vestiduras. No nos imaginamos a sus alumnos exclusivamente sentados en una biblioteca frente a un libro. Si hemos "metido la gamba", ahora debemos cargar con las consecuencias. Y, a este respeto, es triste constatar que ni las instalaciones deportivas existentes llegan a disfrutar de la consideración de tales para los alumnos de dichos estudios. Quizás la hípica no sea lo mejor para ellos, pero ¿dónde están la piscina cubierta, las salas de musculación, las áreas de deportes individuales, los fosos de saltos, etc. etc.? La pista de atletismo ha perdido el recubrimiento hace... ¿Los alumnos de Ciencias del Deporte tienen o no los mismos derechos que el resto de los estudiantes de la UAH? En caso contrario, empecemos por exigir el cierre de todo aquello para lo que no estamos realmente preparados.

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 20-10-2003