En esta página encontrará dos artículos que hacen referencia a:
"¿Es la Universidad un Centro de Formación Profesional?", de la sección
INCONGRUENCIAS de la página correspondiente a Opinión y debate. Conviene leerlos por el
orden en que se han colocado, para hacerse una idea de en qué se ha convertido la
institución universitaria.
El primero está escrito por Francisco de Asís Blas, ex-director general de
universidades en uno de los Gobiernos socialistas, y lleva el siguiente título: "Universidad y formación profesional".
El segundo, escrito por Ana L. Escudero, con el título: "La mitad de los universitarios suspendería
secundaria, según una investigación", nos pone de manifiesto las grandes
deficiencias de las enseñanzas secundarias en España.
Parece que la universidad española ha resuelto todos los problemas del país...
FRANCISCO DE ASÍS BLAS
Diario "El país",( 20-04-99)
Poco después de llegar a Educación, Mariano Rajoy sorprendió con una propuesta
desconcertante, supuestamente concebida para expresar su interés y preocupación por la
formación profesional: "Estoy pensando en crear una Escuela Universitaria de
Formación Profesional". ¿Por qué será tan atrevida la ignorancia? ¿Es que ya no
existen en el MEC asesores que eviten que el ministro cometa este tipo de dislates? ¿O es
que pretende emular las manifestaciones "atrevidoignorantes" de su predecesora?
No obstante, que el ministro ignore las relaciones entre universidad y formación
profesional no significa que no existan; más aún, cada día resulta más urgente
analizarlas y aclararlas. La tesis que aquí se defiende es que los centros
universitarios, además de ser centros de producción científica e investigadora, son
centros de formación profesional. De ahí que resulte un sinsentido crear una
"Escuela Universitaria de Formación Profesional", ya que todos los centros
universitarios deben ser centros de formación profesional.
Junto a argumentos legales (el artículo 1 de la LRU preparación para el ejercicio de
actividades profesionales"), apoyan esta tesis argumentos de índole socioeducativa.
El proceso de democratización-masificación de la universidad española es similar, en
sus efectos, al fenómeno que sufrieron hace unas décadas las enseñanzas medias.
Cuando cerca del 40% de jóvenes de la cohorte 18-25 años está accediendo a la
universidad, no tiene sentido "cuadros superiores", basada en el conocimiento
profundo de los fundamentos teóricos, metodológicos y científicos de las disciplinas
académicas.
El millón y medio de estudiantes universitarios han convertido en anacrónica la
ecuación "formación universitaria = formación de élites" y reclaman otro
tipo de formación. Es cierto que algunos están interesados sencillamente en ampliar y
profundizar su formación general; que otros reclaman formación para la investigación;
pero la gran mayoría, a mi juicio, reclama formación profesional, esto es,
cualificación profesional para entrar en el mercado de trabajo. Ello supone que, sin
dejar de atender a sus funciones investigadoras, los centros universitarios deben
convertirse cada día más en centros de formación profesional superior.
El corolario es que la universidad precisa una reforma de sus enseñanzas similar a la
de las enseñanzas profesionales que llevó a cabo la LOGSE en el nivel no universitario.
La formulación de este objetivo surge a partir de la constatación de que la
universidad, salvo excepciones (medicina, enfermería, algunas ingenierías técnicas...),
no imparte una formación orientada a la cualificación profesional. La formación que
ofrece es, por lo general, de carácter académico, determinada por los intereses
académico-investigadores del profesorado; y, por ello, probablemente útil para el escaso
número de estudiantes que prosiguen una carrera docente-investigadora, pero relativamente
inútil para el futuro profesional de la mayoría.
Las consecuencias derivadas de este objetivo tienen que ver con la reforma de los
planes y de las metodologías, con la intervención de profesionales en su diseño, con la
identificación de las cualificaciones profesionales que demanda el mercado de trabajo,
con una configuración de los estudios más próxima a las profesiones y con el desarrollo
de programas de formación continua.
Francisco de Asís Blas es profesor de Psicología Evolutiva de la
Universidad Complutense de Madrid.
... pero sus licenciados no superarían una prueba de cultura general.
La mitad de los universitarios
suspendería secundaria, según una investigación
(El estudio concluye la necesidad de revisar los exámenes de los institutos)
ANA L. ESCUDERO,
Málaga. Diario "El País" (02-02-99)
¿Sabría usted contestar a las siguientes preguntas sin vacilar? ¿Dónde están los
polos, el trópico de Cáncer y el de Capricornio en una esfera? ¿Es el texto del Cantar
del Mío Cid verosímil o fantástico? ¿Cuál es el recorrido de un glóbulo rojo desde
que sale de la aurícula derecha? ¿Qué significa magnitud? Gran parte de los estudiantes
universitarios, no lo saben. Un estudio realizado en la Universidad de Málaga (Uma)
revela que más del 50% de los universitarios del último curso no es capaz de superar con
éxito un examen de tercero y cuarto de secundaria, como los que realizan chicos de 15 y
16 años.
El problema no está en la falta de luces ni de entendimiento, y tampoco es un problema
de memoria. "La investigación no pretende cuestionar la capacidad de los
estudiantes, sino la forma en que se hacen las pruebas en los institutos", aclara el
responsable del estudio, Julio Vera Vila, profesor universitario de Teoría de la
Educación.
Las preguntas con las que se enfrentaron los casi 400 universitarios de Málaga y
Sevilla que participaron en este experimento no estaban formuladas con especial mala idea
ni iban a pillar por sorpresa, simplemente intentaban reflejar la realidad. Las cuestiones
se eligieron al azar entre 886 que procedían de exámenes reales, recopilados en 14
centros de toda la provincia. Se distribuyeron en dos modelos, uno de ciencias y otro de
letras.
La prueba de ciencias fue realizada por 117 estudiantes de carreras de ciencias y 76
matriculados en estudios de letras. El 60% de los alumnos de licenciaturas como biología,
química, matemáticas o de ingenierías "demostraron un nivel insuficiente en
conocimientos supuestamente básicos y elementales propios de la materia que
estudian", concluye el estudio. No supieron, por ejemplo, "indicar el recorrido
de un glóbulo rojo desde que sale de la aurícula derecha" ni señalar la enfermedad
carencial en una lista de tres (hipertensión, gota, raquitismo). Entre los de letras, el
desastre fue total. Sólo uno de cada 10 supo definir conceptos como magnitud o unidad y
encontrar "alguna diferencia entre la herencia dominante y la codominante".
Al examen de letras se sometieron 99 universitarios de carreras de letras y 97 de
ciencias. El resultado no fue tan catastrófico como el de ciencias. Sin embargo, el 51,5%
de los estudiantes de materias como filosofía o historia desconocía cuál era "la
forma de Gobierno de Atenas" o las "causas de la hegemonía y decadencia del
imperio español". Tampoco supieron definir lo que es el subdesarrollo, la Unión
Europea o la emigración.
Los de ciencias, contra la creencia popular, presentaron en esta prueba un nivel
ligeramente superior. Aun así, el 49,5% no supo localizar los polos, el trópico de
Cáncer y el de Capricornio en una esfera. Tampoco pudieron decir si "el texto del
Cantar del Mío Cid es verosímil o fantástico".
"Se supone que los que tuvieron que hacer el examen son la élite de nuestros
estudiantes", comenta Vera Vila. "Estos universitarios, que en un plazo breve
podrían ser candidatos a ocupar una plaza como profesores de secundaria en un colegio o
instituto, suspenderían las pruebas de la ESO", añade. Según este profesor, las
causas de este fracaso no hay que buscarlas en la preparación universitaria, sino en
cómo se realizan las pruebas de evaluación de esta etapa de escolarización obligatoria.
La forma en que los profesores hacen los exámenes determina la manera en la que
estudiará el alumno, según este experto: "Las evaluaciones son un elemento
determinante en la idea que se hacen los estudiantes de lo que merece la pena aprender, de
lo que es cultura y de lo que es escuela". "¿Qué idea se van a hacer de unas
pruebas que priman el aprendizaje memorístico centrado en el dato concreto, frente a su
comprensión?", se pregunta Vera Vila.
El análisis que hizo este grupo de investigación de las casi 886 preguntas,
comprendidas en las 115 pruebas de evaluación, revela que el 33,5% de las cuestiones era
de memorizar; casi el 29%, de comprender, y el 24,7%, de aplicar. En cambio, sólo en el
9,1% de las cuestiones el estudiante tenía que analizar; en el 2,3%, sintetizar, y en el
2%, valorar. "Los alumnos apenas tienen la oportunidad de desarrollar su capacidad de
valoración, de juicio crítico y de análisis", dice Vera Vila.
Según el investigador, esa carencia es especialmente relevante si se tiene en cuenta
la velocidad con la que se producen hoy los cambios en el ámbito científico. "El
dominio de datos, clasificaciones y procedimientos que no se ejerciten a través de
análisis, síntesis y que finalmente desemboquen en el desarrollo de la capacidad para
valorar fenómenos de la vida cotidiana pueden quedar obsoletos rápidamente, sin que
hayan contribuido a dotar de esquemas comprensivos, autonomía y juicio a los
alumnos", manifiesta Vera Vila.
De la teoría y la práctica
Según el profesor, hay "una disociación enorme" entre el modelo que
pretende implantar la reforma educativa y el que de hecho se imparte en las escuelas;
entre "lo que los profesores dicen y lo que realmente hacen a través de las
evaluaciones", asegura Vera Vila. "En este sentido, y en un momento en el que
están en revisión los contenidos escolares, sería bueno que, antes de aplicar la
antigua receta según la cual hay que aumentar la dosis de la medicina cuando ésta no
alivia el mal (más contenidos), nos parásemos a pensar también en la utilidad que deben
tener estos contenidos a la hora de ayudar a los alumnos a comprender la realidad".
En este sentido, no todo está perdido, según Vera Vila: "Los ejes transversales
que propone la LOGSE, que son los que verdaderamente tratan la problemática social y
próxima al sujeto, facilitarían, si se usaran con asiduidad, la elaboración de esos
esquemas comprensivos". Pero son muchas las dificultades con las que se encuentra el
profesor, según el director del estudio, a la hora de poner en práctica lo que tan bien
conoce desde la teoría.
"Los profesores de secundaria se encuentran con la dificultad de que, aunque son
un colectivo muy capacitado desde un punto de vista académico, les falta formación
pedagógica", manifiesta Vera Vila. No es raro, según dice, ya que sus estudios
centrados en temas educativos, a diferencia de los maestros de primaria, se reducen al
certificado de aptitud pedagógica (CAP). En una palabra y aunque les duela: "Saben
mucho de su materia, pero no se saben poner en el lugar del alumno".