Opinión y Debate
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

Histórico Año I

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Artículos

Junio 1999   Nº seis

 

En esta página

Carta abierta al Sr. Ministro de Educación (Por Julio Gutiérrez).
INCONGRUENCIAS (Por Julio Gutiérrez)
Los Estudios de Tercer Ciclo en Alcalá
Nacionalismo, endogamia, o...
¿Es la Universidad un centro de Formación Profesional?
¿De qué es motor la Universidad de Alcalá?
Cuando se habla sin pensar en lo que se dice...
RECORTES
Una generación con pesadilla
Dándole vueltas a la fuga de cerebros en España

CARTA ABIERTA AL SR MINISTRO DE EDUCACIÓN

Por Julio Gutiérrez
Departamento de Física
Universidad de Alcalá de Henares

Excmo. Sr. Ministro:

Un año más, asustados e impotentes asistimos a la realización de, a mi entender, uno de los procesos más negativos para el futuro de nuestro país. Me refiero a las Pruebas de acceso a la Universidad (PAU) y, lo que es peor, a su segunda parte: La selección de los estudiantes, para su ingreso en los diferentes Centros donde realizarán sus estudios. Por ello, y por los insistentes rumores de una posible reforma, me atrevo a poner de manifiesto este grave problema con el que los profesionales de mañana afrontan su porvenir. Nos queda la esperanza de que esa reforma anunciada no se quede, como en otras ocasiones, en un mero cambio de nombre o proceso de evaluación.

He de confesar de entrada que no me atrevo a aportar soluciones concretas, que en todo caso serían simplistas, sin haber oído previamente la opinión de los implicados en las enseñanzas secundaria y universitaria; lo que se podría propiciar con un amplio debate a escala estatal. Apelo, no obstante, a la sensibilidad del actual Gobierno para que tenga en cuenta los datos que expondré a continuación.

Hay que dejar constancia de que el problema era igual de grave desde el comienzo de la implantación del método. Los que, en su día, luchamos contra el procedimiento fuimos callados por la arrogancia de los que no eran proclives a admitir opiniones contrarias. Sin embargo, cuando hemos tenido oportunidad de expresarnos públicamente así lo hemos hecho; aunque debo decir que parece haber un pacto de silencio en relación con este tema en la prensa diaria, ya que nunca se han publicado las cartas de este mismo tipo enviadas en años anteriores.

Me pregunto si el público en general no considera una tremenda injusticia que una muchacha o muchacho, que acaba de demostrar sus conocimientos y preparación,- y suponemos que ese es el fin de las pruebas que se van a realizar en los próximos días,- no pueda realizar el sueño de su vocación, ni siquiera intentarlo, porque su nota es una centésima más baja que la exigida por la "ley de la oferta y la demanda". Esa nota puede ser muy alta, más de ocho puntos sobre diez, pero a lo peor no alcanza el 8,75 necesario. Bajo el punto de vista de un docente, un estudiante con tal nota, incluso menor, rechazado en su vocación inicial, está siendo desperdiciado por la sociedad, como si se tratase de un simple objeto de mercado.

Hay quien argumenta que pasar con éxito las pruebas de acceso no es garantía de preparación del estudiante, y en parte es cierto. Refórmense entonces para hacerlas adecuadas a esos fines. Por otra parte, la posibilidad que se les brinda a los estudiantes, a partir de este curso, de examinarse cuantas veces quieran tampoco arregla la situación, como se verá por lo que expondré más adelante. Claro que eso puede significar atrasar aún más la incorporación de los jóvenes al mercado laboral y aumentar los ingresos de las academias dedicadas a la preparación de los aspirantes.

Había prometido no proponer soluciones, pero no puedo pasar por alto que la menos mala puede ser la implantación de estudios preparatorios en la propia universidad, en un curso selectivo, que permita al alumno adquirir el nivel adecuado y acercarse a los estudios para los que se creía capacitado. Podría ocurrir que descubriera que estaba equivocado ¿Es eso tan caro? Es más, ¿no se querían licenciaturas de cuatro años?, pues hemos tenido la oportunidad de tenerlas, añadidas a ese curso preparatorio, disminuyendo el fracaso escolar universitario actual, cuando se necesitan todos los recursos para atender a los que de verdad siguen sus estudios con entusiasmo. Esta opinión está muy extendida, no sólo en nuestro país, sino en los de nuestro entorno más cercano.

Se puede argumentar que queremos sólo a los mejores y que nuestro esquema social no admite a los "menos mejores". En ese caso carreras que desembocan en una mayor responsabilidad social, – Medicina por poner un ejemplo, – deberían ser las de mayor exigencia. Pero he aquí que el sistema propicia que sea más fácil estudiar Medicina que Podología. Y eso por no hablar de las llamadas "carreras escoba", que absorben alumnos no motivados en alto porcentaje, disminuyendo los niveles aceptables de la enseñanza universitaria, porque "hay que adoptar soluciones prácticas para arreglar el conflicto derivado del fracaso". Algo no cuadra en este despropósito.

Los generadores del problema argumentaban que realmente las vocaciones no existían. Desde luego, desde la propia Administración, se ha estado intentando acabar con ellas. Se han manejado estadísticas de estudiantes cuya elección en primera opción era una ingeniería y la segunda unos estudios de humanidades. Pero esos casos, además de no ser numerosos, no son significativos, por cuanto la información a los estudiantes de secundaria sobre la naturaleza de los estudios universitarios es escasa, tendente a nula. ¿No parece razonable que el rendimiento será mayor cuando ejercemos una profesión que nos atrae?

Pero aún hay más. Hemos hablado de la injusticia provocada por la nimiedad de un centésima. Esa injusticia puede estar agravada por las diferencias en las calificaciones de un examen entre un corrector y otro. Por mucho esmero que pongamos en unificar criterios de corrección, resulta inevitable que se introduzcan matices en la asignación de la puntuación numérica, matices que carecerían de importancia si las pruebas fueran sólo de acceso y no de discriminación. Los que hemos participado en los tribunales especialmente constituidos para la revisión de ejercicios hemos podido constatar que es fácil encontrar diferencias apreciables, tanto al alza como a la baja.

Si profundizamos un poco, nos podemos enfrentar con situaciones aún más peligrosas. No ya las notas medias de unos centros pueden estar sesgadas respecto de las de otros, sino algo peor, que tiene su origen en cómo, dentro de un mismo centro, unos profesores preparan a sus alumnos en comparación con sus compañeros. A título de ejemplo, baste esta pequeña experiencia personal:

En las pruebas correspondientes a 1996 (desde entonces no he participado en estos tribunales), al corregir la materia de Física de un centro, cuyo nombre, por supuesto, desconocía, me llamó la atención una dispersión anómala de los resultados. Cuando terminó todo el proceso, solicité al presidente del tribunal me dejara examinar las actas correspondientes. Cuál sería mi sorpresa al observar que la calificación media de los alumnos cuyos apellidos iban de la A a la L era de 7,7 puntos, mientras que los alumnos con apellidos pertenecientes a la segunda mitad del alfabeto sólo alcanzaban la media de 5,7 puntos. A cualquiera, por muy ignorante que sea en estadística, no se le escapa que eso no puede ser fruto de la casualidad. De esta forma se penalizaba a unos futuros universitarios, por el mero hecho de haber tenido un profesor diferente (se encontraban en grupos diferentes durante el curso). Y ello sin entrar en la valoración de la valía del profesor; simplemente pudo haber preparado a sus estudiantes de forma distinta, no muy de acuerdo con las exigencias de estas pruebas.

¿Nos hemos parado a pensar, alguna vez, que al estrés natural de unos exámenes estamos añadiendo el debido a la posibilidad de no obtener la nota adecuada? Angustia sobre angustia, el rendimiento puede caer en picado, sobre todo a ciertas edades, y para unas personas más que para otras.

Entendemos que quizá, fundamentalmente por razones económicas (?), nuestra sociedad debe establecer unos filtros que impidan iniciar estudios superiores a aquellos que no se han preparado suficientemente. Pero nuestro planteamiento es mucho más simple. Una vez que se ha demostrado la capacidad para acceder a esos estudios, no gozamos de privilegio alguno para negar el derecho a realizarlos, fundándonos en criterios de mercado que marcan, además, posibilidades claramente cambiantes de unos años a otros.

Tener una población universitaria frustrada en su mayoría no puede ser bueno para el país. Los que sufrimos estas frustraciones en las aulas, curso tras curso, somos conscientes del deterioro progresivo, y cada vez más irreversible, que se está produciendo en la enseñanza universitaria. Estamos seguros de que a largo plazo es más barato gastar dinero en formar a los universitarios en aquello que les resulta atractivo, sobre todo cuando son jóvenes y llenos de ideales, que dar pie a que algún "esnob" se matricule en una Facultad que no es de su agrado, por el mero disfrute de presumir ante sus amistades de una alta nota, (haberlos haylos).

Al hilo de lo anterior, podemos cuestionarnos si, de haberse instaurado este sistema hace 150 años, Ramón y Cajal, Einstein y algún otro genio universal formarían hoy parte del patrimonio intelectual de la humanidad.

No niego que la situación sea de difícil solución, ya que implica reformas profundas de la enseñanza secundaria, universitaria y, la más urgente, de formación profesional. Sin embargo, si nos ponemos a pensar en ella, con ánimo de encontrarla, podemos estar seguros de abrir una vía más justa y beneficiosa para todos. Por ello me permito la libertad de solicitar públicamente, de la persona que ostenta la máxima responsabilidad en esta materia, la renovación total del sistema que padecemos. Hasta para los más pesimistas aún es tiempo de atajar el mal. Es este caso el tópico de invertir en educación es invertir en futuro sólo tiene el coste de un esfuerzo de imaginación.

Quedo a disposición de V.E.

Julio Gutiérrez Muñoz
Catedrático de Universidad
(Excoordinador general de Física de COU de Madrid)
Universidad de Alcalá
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INCONGRUENCIAS

Por Julio Gutiérrez
Departamento de Física
Universidad de Alcalá de Henares

LOS ESTUDIOS DE TERCER CICLO EN ALCALÁ

Seguimos sin saber por qué la Comisión de Doctorado ha "dictado" (siguiendo las expresiones lingüísticas de los textos que nos envían) una normativa que, claramente, impide que el Tercer Ciclo en la Universidad de Alcalá pueda llegar a desarrollarse dignamente. Quizás no deberíamos ser tan críticos y pensar que sus razones tendrán, nosotros no tenemos por qué entenderlas. Pero lo que nos parece ya incongruente al máximo y nos llena de indignación es que, pese a haber algún punto rechazado por la Junta de Gobierno (como es el límite máximo del número de créditos), se opte por presentarlo una y otra vez como punto del orden del día, hasta conseguir su aprobación. En la pasada sesión el punto 7 rezaba: "Sugerencias a la Normativa reguladora de los Estudios de
Doctorado de la Universidad de Alcalá".

La verdad es que no sé de qué nos sorprendemos, esa es la táctica habitual del actual equipo de gobierno, llevar repetidamente sus propuestas a Junta de Gobierno hasta que el cansancio, o la asistencia de votantes favorables, hace posible sacar adelante su modelo de universidad. Lo peor es que después tienen el poco rubor de asegurarnos que ellos no son culpables de nada de lo que se aprueba, que en el fondo son las víctimas de los criterios de la Junta (¿?).

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NACIONALISMO, ENDOGAMIA O...

Vean Uds. la incongruencia a que puede llegar una sociedad que pretende ser nacionalista y termina quedándose en tribal:
    El Comisionado para Universidades e Investigación de la Generalidad de Cataluña y la Comisión de Intercambio Cultural, Educativo y Científico entre España y los Estados Unidos de América anuncian la primera convocatoria del Programa Generalidad de Cataluña/Fulbright para el curso académico 1999-2000.
    Extracto del texto publicado en el "Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya", Anexos I y II, Orden del 31/3/99, Apartado 9):
    Objeto: Otorgar cinco becas postdoctorales para realizar estancias en universidades o centros especializados en los Estados Unidos de América.
Plazo de presentación de solicitudes: 14 de abril al 3 de junio de 1999.
    Solicitantes: Investigadores de nacionalidad española que hayan obtenido el título de doctor en una de las universidades catalanas con posterioridad al 1 de enero de 1991 o que lo obtengan antes del 15 de septiembre de 1999.
    Duración y periodo: Becas de 6 a 12 meses, no renovables. Las estancias deberán iniciarse entre el 1 de enero y el 30 de junio del 2000.
    Áreas de investigación: Todas aquellas establecidas en el ámbito universitario catalán.
    Nosotros entendemos que se quiera favorecer, desde la Generalitat, a los catalanes; al fin y al cabo también lo hacen otras comunidades autónomas con sus habitantes. Entendemos que el programa se restrinja a aquellas áreas de investigación puramente catalanas. Hasta aquí vale. Pero, nos preguntamos ¿Qué pasa con aquellos estudiantes catalanes que, haciendo uso del buen criterio y de su espíritu científico-aventurero, se arriesgaron a irse al extranjero a realizar sus tesis doctorales, para formarse mejor? ¿Ahora no tienen derecho a solicitar una de esas becas? ¿Alguien me lo puede explicar?

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¿Es la Universidad un Centro de Formación Profesional?

Les vamos a rogar que hagan un pequeño ejercicio de navegación y pasen a la página siguiente, denominada "Artículos", antes de seguir adelante.
Francisco de Asís Blas, ex-director general de universidades, y después responsable de la reforma de la "formación profesional" es España, durante la etapa de Gobierno socialista, pretende decirnos en su artículo: "Universidad y formación profesional" que no hace falta crear escuelas de formación profesional, porque ya la propia universidad debe ser un centro de formación profesional. No vamos a entrar en la polémica sobre la inexistencia de este grado de la enseñanza en nuestro país, (para que se hagan una idea, pongamos un ejemplo: este curso la Comunidad de Madrid ha ofertado la escalofriante cifra de 21 plazas oficiales, sí veintiuna, para el módulo superior de FP de sonido, de las cuales estaban reservadas 7 para minusválidos y alumnos procedentes de FP II. En las provincias limítrofes ninguna). Pero es absurdo pretender que la masificación universitaria propiciada por los socialistas hace innecesaria otro tipo de formación. ¿No será que la intención era anular la enseñanza superior, de lo que han sido cómplices los rectores?
Pero no se pierdan la segunda parte y lean el artículo de Ana L. Escudero "La mitad de los universitarios suspendería secundaria, según una investigación".A eso precisamente nos ha llevado la alocada reforma que de las enseñanzas primaria, media y superior hicieron los responsables ministeriales, entre los que se encontraba el señor Blas.

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 ¿De qué es motor la Universidad de Alcalá?

Es realmente decepcionante observar como año tras año, después de aquellos primeros conciertos y audiciones en las aulas prefabricadas, organizados por voluntariosos compañeros, y algún que otro ciclo de debate, las actividades culturales de la Universidad de Alcalá han desapareciendo, en comparación con lo que ocurre en otras universidades. Y eso a pesar de que se pagan cantidades millonarias a personas concretas para su puesta en marcha.

En la actuación del pasado sábado de los conjuntos vocales Salone y Klapa Sinj, no había representación alguna de la UA, tampoco hubo difusión de la información por parte de ésta, pese a haber sido oportunamente informados los servicios correspondientes, nos consta. El embajador de Croacia se preguntaba a qué se debía el que, en una ciudad que presume de tener una universidad con más de 20.000 estudiantes, hubiera tan poca asistencia a un evento que había suscitado un gran interés en otras partes de España. Lo que el Sr. embajador no sabe es que nuestra universidad es el motor inmobiliario de la ciudad y no su motor cultural, como sería lo natural. Ya hemos dicho en varias ocasiones que las relaciones entre la universidad y su entorno deben ir dirigidas en el sentido de hacer notar su presencia como fuente de cultura, no como estudio de arquitectos.

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Cuando se habla sin pensar en lo que se dice...

Queremos desde estas páginas recomendar al Sr. rector que piense un poco en lo que va a decir antes de hacer declaraciones. Ya sabemos que los profesionales de la política suelen tener esos deslices cuando hablan con los periodistas. Dicen cosas que les hacen quedar bien ante los lectores que desconocen la realidad, pero indignan a los enterados.

En una entrevista, con motivo de la celebración del V Centenario, concedida a la revista "Quijotes Magazine", nos encontramos con las siguientes palabras (copiamos textualmente): "...Estamos creando una serie de docencias, proyectos, una estructura de investigación y de medios para estar también en un mundo de ciencias de la naturaleza, ciencias físicas, exactas y sobre todo tecnológicas..."

Debe Ud. tener cuidado, porque precisamente todos somos conscientes de su oposición a la creación de estudios de ciencias físicas, con una orientación de "física de los procesos industriales", mucho más baratos que los estudios de arquitectura y, desde luego, mucho más cercanos a las ciencias de la naturaleza. Debería haberse quedado en su predilección por las carreras técnicas, para las que estamos mucho menos preparados, pero que, al fin y al cabo, constituyen su único interés. Le sugerimos que, en lo sucesivo, no adorne sus respuestas, porque, a veces, también leemos esas entrevistas, por raras que sean las revistas en que se publican.

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RECORTES.

El articulo que transcribimos apareció en La Vanguardia, sección de opinión del domingo 23 de mayo de 1999. Lean atentamente porque es realmente descriptivo de la situación actual de pasividad que vivimos en nuestra sociedad.

Una generación con pesadilla

Por MARÇAL SINTES

Alienta entre nosotros un sabroso debate a propósito del papel de las generaciones y sobre la necesidad de un movimiento que agite y oxigene nuestra más bien previsible vida en común. Le ahorraré al atribulado lector cualquier intento de acotar el significado de lo generacional. A beneficio de la claridad diremos que se trata de un grupo de individuos que, más allá de compartir cronología, consumen y reproducen aquello que Vázquez Montalbán bautizó como imaginario colectivo: una mochila donde se amontonan experiencias, valores y prejuicios más o menos parecidos e inteligibles. En cualquier momento histórico conviven varias generaciones, más o menos revueltas o separadas y siempre vinculadas por un cierto grado de tensión que hace correr las aguas sociales, conjurando el siempre empobrecedor estancamiento.

Bien, pues resulta que la sociedad catalana -también la española- carece de corriente, de ese dinamismo generacional recomendable. Dicho de otro modo: la quinta que en los últimos años ha venido gestionando nuestro imaginario colectivo ejerce un poder tan sólido, tan palpable, que no sólo es capaz de neutralizar cualquier tensión intergeneracional, sino que al mismo tiempo impide la mezcla y la renovación de ideas y personas. ¿Que quiénes son? Hablamos de artistas, escritores, guionistas, gente de teatro, periodistas, profesores, críticos, gestores culturales, asesores de todo pelaje, directores de museos, cuadros de la Administración... O sea: de la antaño llamada "intelligentsia". Ellos se hicieron hombres y mujeres entre la universidad, la agitación política y las fiestas,pongamos, en Bocaccio.

Ahora están cinco años arriba, cinco abajo, en el medio siglo y pasean sus canas y sus renuncias por los paseos marítimos de la Costa Brava. La transición, que consistió también en la sustitución en bloque de un equipo por otro, fue un trampolín tendido sobre una piscina de agua templada y sólo para ellos. Así que empezaron a ser alguien a los veintitantos o escasos treinta. Muchos han llegado lejos y piensan que si no hubiera sido por esa anomalía llamada Jordi Pujol, hubieran llegado mucho más allá. Tienen hijos más o menos universitarios a los que observan hablar por el móvil disfrazados, en un inquietante revival de chicos ye-yé que alucinan con Marilyn Manson y a los que Althusser les suena a efervescente contra el catarro. Los viejos progres comparten con sus retoños los pantalones de pata de elefante, pero eso sirve más bien de poco.

Mientras, entre unos y otros, hay una generación que aguarda, la de los primos mayores, los tigretones o los diesel (como los bautizaron Bru de Sala y Agustí Colominas).

Se criaron a la estela de los sesentayochistas y muchos votaron por primera vez cuando lo de la OTAN. Despidieron las espinillas sorbiendo la estela de la generación de la transición, pero ni fueron revolucionarios ni se arrepienten ahora por no haberlo sido. Ellos sí saben quiénes son Engels, Keynes y Sartre; lo aprendieron de sus profes, en el instituto o en la universidad.

Ocurre, no obstante, que esos chicos, la generación de los primos, ya son mayorcitos. Tienen de treinta a cuarenta años y hace tiempo que han refutado a aquellos mentores coleguillas. También descubrieron que ni los de la generación que controla el cotarro son tan estupendos ni la mayoría tan brillantes como aparecían en el 82, cuando el triunfo de Felipe y el Mundial de Naranjito. Los diesel han constatado que los que andan delante, los que les taponan, han dispuesto de veinte años de hegemonía para consolidar, para hacer suyos, cada resorte, cada engranaje y cada muelle de la máquina simbólica colectiva.

Así que ellos han tenido que conformarse con algunas migajas o, los que han tenido más suerte, con colarse de perfil por las pocas y estrechas grietas que han podido encontrar. Como en toda generación, los hay mejores y peores, pero saben que, en contra de lo que ha pasado con la anterior, sólo los primeros llegarán a cruzar la raya. Su pesadilla es pasar de demasiado jóvenes a demasiado viejos y no enterarse. No piden la piscina para ellos solos, sólo exigen poder meterse en el agua sin recibir muchos codazos.

MARÇAL SINTES es periodista y profesor de la Universitat Ramon Llull

(El copyright del articulo está a nombre de la Vanguardia).

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El artículo que les presentamos a continuación apareció, en inglés, en el suplemento de educación superior del Times, el pasado dos de abril (Times Higher Education Supplement. Friday April 02 1999 RESEARCH PAGES). Por su interés hemos decidido incluirlo en esta sección de recortes, y nos hemos permitido traducirlo, ya que Vivat Academia intenta ser una revista totalmente escrita en español. Si algún lector desea tener acceso el texto original, puede solicitarlo a la redacción, que gustosamente se lo hará llegar.

Dándole vueltas a la fuga de cerebros en España,

por Rebecca Warden

España está trayendo de vuelta a científicos del extranjero a través de contratos temporales, pero no hay suficientes colocaciones. Rebecca Warden nos informa desde Barcelona.

España no ha tenido nunca tantos científicos con buena formación en busca de tan pocos puestos de trabajo.

Las personas que vuelven tras años de formación post-doctoral en las universidades punteras del extranjero explican que tienen problemas particulares para encontrar trabajo.

Un esquema gubernamental de contratos de reincorporación temporales diseñado para la integración de estos científicos en el sistema de investigación y de educación universitaria ha estado en marcha desde el año 1993, pero muchos de estos científicos están llegando al final de sus contratos y todavía no tienen a dónde ir.

El Gobierno está buscando maneras de mejorar la situación. "Estos contratos están sobre la mesa para convencer a los jóvenes científicos de volver", dice María Luz Peñacoba, directora de formación de investigadores del Ministerio de Educación y Ciencia. "Si no podemos ofrecerles nada más estable después, algo va mal".

Los científicos que han pasado al menos dos años en el extranjero pueden solicitar contratos para trabajar en proyectos específicos de investigación, normalmente en el consejo español de investigación, CSIC.

Casi 900 personas han formado parte o han pasado por el programa desde que se puso en marcha. El 26% han conseguido puestos permanentes en el CSIC, el 3,3% están empleados en el sector privado, el 2,5% tienen contratos temporales en las universidades y el 1,9% han encontrado trabajos permanentes en la Universidad, de acuerdo con el vicepresidente del CSIC para política científica, Emilio Lora. Sin embargo, un 44% de dichos científicos que están en el programa aún están buscando colocación.

Pedro Martínez es un biólogo que trabaja en biología del desarrollo y que recientemente volvió a España después de ocho años en el Instituto de Tecnología de California. Su contrato de reincorporación al Centro Nacional de Biotecnología del CSIC finaliza pronto y no ha podido encontrar trabajo en España. Está a punto de dejar el país debido a que le han ofrecido un puesto en una Universidad de Noruega. Es crítico con el programa español: "Está bien, pero no hay personas que se ocupen del seguimiento y acabas con la sensación de que te han llevado a dar un paseo", dice.

Los altos y bajos en los fondos dedicados a la ciencia en los últimos 14 años han dado lugar a una masa de científicos bien preparados pero que no se corresponde con una expansión en el sistema español de investigación. El freno sobre el gasto público aplicado a principios de los 90 tuvo como consecuencia que las universidades crearan un número muy pequeño de plazas fijas, aunque el número de profesores temporales ronda los 22.000.

Los jóvenes científicos exponen que los departamentos normalmente reservan los puestos para candidatos internos, de forma que los candidatos de fuera tienen muy pocas posibilidades. "Es muy difícil porque hay tantísimos profesores interinos que han estado trabajando durante años con contratos temporales y a los que se da prioridad", dice José Niño-Mora, profesor visitante en la Universidad Pompeu Fabre de Barcelona.

Emilio Lora está convencido que el sector público no puede absorber todos los talentos presentes, pero admite que los trabajos para los científicos en el sector privado son difíciles de conseguir. "El 95% de la industria española son pequeños negocios", dice. "Es más difícil para ellos ver la necesidad de contratar personas altamente cualificadas".

Sin embargo, tiene esperanzas de que los recientes aumentos en los presupuestos para ciencia mejorarán la situación.

Muchos científicos creen que la raíz del problema reside en que España tiene patrones de empleo muy rígidos. Por ley, los investigadores y académicos sólo pueden ser empleados como Trabajadores del Estado, en cuyo caso tienen un trabajo para toda su vida sin tener en cuenta los logros conseguidos, o bien tienen contratos temporales que no les ofrecen estabilidad en el trabajo o perspectivas de carrera profesional.

A los científicos con contratos temporales no se les permite liderar equipos de trabajo o pedir fondos de investigación por sí mismos.

El Gobierno está considerando cambios para introducir categorías de trabajo más flexibles. Una posibilidad es crear un nuevo tipo de plaza, como investigador contratado, de una duración para cinco a diez años, con libertad para llevar a cabo proyectos de investigación y captación de fondos. A los científicos les parece muy bien esta idea, pero sin una concreción en los tiempos establecidos para acometer estos cambios, la mayoría de ellos seguirán buscando un puesto de trabajo.

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 16-12-1999