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CARTA ABIERTA AL SR MINISTRO DE EDUCACIÓN
Por Julio Gutiérrez
Departamento de Física
Universidad de Alcalá de Henares
Excmo. Sr. Ministro:
Un año más, asustados e impotentes asistimos a la realización de, a mi entender, uno
de los procesos más negativos para el futuro de nuestro país. Me refiero a las Pruebas
de acceso a la Universidad (PAU) y, lo que es peor, a su segunda parte: La selección de
los estudiantes, para su ingreso en los diferentes Centros donde realizarán sus estudios.
Por ello, y por los insistentes rumores de una posible reforma, me atrevo a poner de
manifiesto este grave problema con el que los profesionales de mañana afrontan su
porvenir. Nos queda la esperanza de que esa reforma anunciada no se quede, como en otras
ocasiones, en un mero cambio de nombre o proceso de evaluación.
He de confesar de entrada que no me atrevo a aportar soluciones concretas, que en todo
caso serían simplistas, sin haber oído previamente la opinión de los implicados en las
enseñanzas secundaria y universitaria; lo que se podría propiciar con un amplio debate a
escala estatal. Apelo, no obstante, a la sensibilidad del actual Gobierno para que tenga
en cuenta los datos que expondré a continuación.
Hay que dejar constancia de que el problema era igual de grave desde el comienzo de la
implantación del método. Los que, en su día, luchamos contra el procedimiento fuimos
callados por la arrogancia de los que no eran proclives a admitir opiniones contrarias.
Sin embargo, cuando hemos tenido oportunidad de expresarnos públicamente así lo hemos
hecho; aunque debo decir que parece haber un pacto de silencio en relación con este tema
en la prensa diaria, ya que nunca se han publicado las cartas de este mismo tipo enviadas
en años anteriores.
Me pregunto si el público en general no considera una tremenda injusticia que una
muchacha o muchacho, que acaba de demostrar sus conocimientos y preparación,- y suponemos
que ese es el fin de las pruebas que se van a realizar en los próximos días,- no pueda
realizar el sueño de su vocación, ni siquiera intentarlo, porque su nota es una
centésima más baja que la exigida por la "ley de la oferta y la demanda". Esa
nota puede ser muy alta, más de ocho puntos sobre diez, pero a lo peor no alcanza el 8,75
necesario. Bajo el punto de vista de un docente, un estudiante con tal nota, incluso
menor, rechazado en su vocación inicial, está siendo desperdiciado por la sociedad, como
si se tratase de un simple objeto de mercado.
Hay quien argumenta que pasar con éxito las pruebas de acceso no es garantía de
preparación del estudiante, y en parte es cierto. Refórmense entonces para hacerlas
adecuadas a esos fines. Por otra parte, la posibilidad que se les brinda a los
estudiantes, a partir de este curso, de examinarse cuantas veces quieran tampoco arregla
la situación, como se verá por lo que expondré más adelante. Claro que eso puede
significar atrasar aún más la incorporación de los jóvenes al mercado laboral y
aumentar los ingresos de las academias dedicadas a la preparación de los aspirantes.
Había prometido no proponer soluciones, pero no puedo pasar por alto que la menos mala
puede ser la implantación de estudios preparatorios en la propia universidad, en un curso
selectivo, que permita al alumno adquirir el nivel adecuado y acercarse a los estudios
para los que se creía capacitado. Podría ocurrir que descubriera que estaba equivocado
¿Es eso tan caro? Es más, ¿no se querían licenciaturas de cuatro años?, pues hemos
tenido la oportunidad de tenerlas, añadidas a ese curso preparatorio, disminuyendo el
fracaso escolar universitario actual, cuando se necesitan todos los recursos para atender
a los que de verdad siguen sus estudios con entusiasmo. Esta opinión está muy extendida,
no sólo en nuestro país, sino en los de nuestro entorno más cercano.
Se puede argumentar que queremos sólo a los mejores y que nuestro esquema social no
admite a los "menos mejores". En ese caso carreras que desembocan en una mayor
responsabilidad social, Medicina por poner un ejemplo, deberían ser las de
mayor exigencia. Pero he aquí que el sistema propicia que sea más fácil estudiar
Medicina que Podología. Y eso por no hablar de las llamadas "carreras escoba",
que absorben alumnos no motivados en alto porcentaje, disminuyendo los niveles aceptables
de la enseñanza universitaria, porque "hay que adoptar soluciones prácticas para
arreglar el conflicto derivado del fracaso". Algo no cuadra en este despropósito.
Los generadores del problema argumentaban que realmente las vocaciones no existían.
Desde luego, desde la propia Administración, se ha estado intentando acabar con ellas. Se
han manejado estadísticas de estudiantes cuya elección en primera opción era una
ingeniería y la segunda unos estudios de humanidades. Pero esos casos, además de no ser
numerosos, no son significativos, por cuanto la información a los estudiantes de
secundaria sobre la naturaleza de los estudios universitarios es escasa, tendente a nula.
¿No parece razonable que el rendimiento será mayor cuando ejercemos una profesión que
nos atrae?
Pero aún hay más. Hemos hablado de la injusticia provocada por la nimiedad de un
centésima. Esa injusticia puede estar agravada por las diferencias en las calificaciones
de un examen entre un corrector y otro. Por mucho esmero que pongamos en unificar
criterios de corrección, resulta inevitable que se introduzcan matices en la asignación
de la puntuación numérica, matices que carecerían de importancia si las pruebas fueran
sólo de acceso y no de discriminación. Los que hemos participado en los tribunales
especialmente constituidos para la revisión de ejercicios hemos podido constatar que es
fácil encontrar diferencias apreciables, tanto al alza como a la baja.
Si profundizamos un poco, nos podemos enfrentar con situaciones aún más peligrosas.
No ya las notas medias de unos centros pueden estar sesgadas respecto de las de otros,
sino algo peor, que tiene su origen en cómo, dentro de un mismo centro, unos profesores
preparan a sus alumnos en comparación con sus compañeros. A título de ejemplo, baste
esta pequeña experiencia personal:
| En las pruebas correspondientes a 1996 (desde entonces no he participado en estos
tribunales), al corregir la materia de Física de un centro, cuyo nombre, por supuesto,
desconocía, me llamó la atención una dispersión anómala de los resultados. Cuando
terminó todo el proceso, solicité al presidente del tribunal me dejara examinar las
actas correspondientes. Cuál sería mi sorpresa al observar que la calificación media de
los alumnos cuyos apellidos iban de la A a la L era de 7,7 puntos, mientras que los
alumnos con apellidos pertenecientes a la segunda mitad del alfabeto sólo alcanzaban la
media de 5,7 puntos. A cualquiera, por muy ignorante que sea en estadística, no se le
escapa que eso no puede ser fruto de la casualidad. De esta forma se penalizaba a unos
futuros universitarios, por el mero hecho de haber tenido un profesor diferente (se
encontraban en grupos diferentes durante el curso). Y ello sin entrar en la valoración de
la valía del profesor; simplemente pudo haber preparado a sus estudiantes de forma
distinta, no muy de acuerdo con las exigencias de estas pruebas. |
¿Nos hemos parado a pensar, alguna vez, que al estrés natural de unos exámenes
estamos añadiendo el debido a la posibilidad de no obtener la nota adecuada? Angustia
sobre angustia, el rendimiento puede caer en picado, sobre todo a ciertas edades, y para
unas personas más que para otras.
Entendemos que quizá, fundamentalmente por razones económicas (?), nuestra sociedad
debe establecer unos filtros que impidan iniciar estudios superiores a aquellos que no se
han preparado suficientemente. Pero nuestro planteamiento es mucho más simple. Una vez
que se ha demostrado la capacidad para acceder a esos estudios, no gozamos de privilegio
alguno para negar el derecho a realizarlos, fundándonos en criterios de mercado que
marcan, además, posibilidades claramente cambiantes de unos años a otros.
Tener una población universitaria frustrada en su mayoría no puede ser bueno para el
país. Los que sufrimos estas frustraciones en las aulas, curso tras curso, somos
conscientes del deterioro progresivo, y cada vez más irreversible, que se está
produciendo en la enseñanza universitaria. Estamos seguros de que a largo plazo es más
barato gastar dinero en formar a los universitarios en aquello que les resulta atractivo,
sobre todo cuando son jóvenes y llenos de ideales, que dar pie a que algún
"esnob" se matricule en una Facultad que no es de su agrado, por el mero
disfrute de presumir ante sus amistades de una alta nota, (haberlos haylos).
Al hilo de lo anterior, podemos cuestionarnos si, de haberse instaurado este sistema
hace 150 años, Ramón y Cajal, Einstein y algún otro genio universal formarían hoy
parte del patrimonio intelectual de la humanidad.
No niego que la situación sea de difícil solución, ya que implica reformas profundas
de la enseñanza secundaria, universitaria y, la más urgente, de formación profesional.
Sin embargo, si nos ponemos a pensar en ella, con ánimo de encontrarla, podemos estar
seguros de abrir una vía más justa y beneficiosa para todos. Por ello me permito la
libertad de solicitar públicamente, de la persona que ostenta la máxima responsabilidad
en esta materia, la renovación total del sistema que padecemos. Hasta para los más
pesimistas aún es tiempo de atajar el mal. Es este caso el tópico de invertir en
educación es invertir en futuro sólo tiene el coste de un esfuerzo de imaginación.
Quedo a disposición de V.E.
Julio Gutiérrez Muñoz
Catedrático de Universidad
(Excoordinador general de Física de COU de Madrid)
Universidad de Alcalá
Por Julio Gutiérrez
Departamento de Física
Universidad de Alcalá de Henares
LOS ESTUDIOS DE TERCER CICLO EN
ALCALÁ
Seguimos sin saber por qué la Comisión de Doctorado ha "dictado" (siguiendo
las expresiones lingüísticas de los textos que nos envían) una normativa que,
claramente, impide que el Tercer Ciclo en la Universidad de Alcalá pueda llegar a
desarrollarse dignamente. Quizás no deberíamos ser tan críticos y pensar que sus
razones tendrán, nosotros no tenemos por qué entenderlas. Pero lo que nos parece ya
incongruente al máximo y nos llena de indignación es que, pese a haber algún punto
rechazado por la Junta de Gobierno (como es el límite máximo del número de créditos),
se opte por presentarlo una y otra vez como punto del orden del día, hasta conseguir su
aprobación. En la pasada sesión el punto 7 rezaba: "Sugerencias a la Normativa
reguladora de los Estudios de
Doctorado de la Universidad de Alcalá".
La verdad es que no sé de qué nos sorprendemos, esa es la táctica habitual
del actual equipo de gobierno, llevar repetidamente sus propuestas a Junta de Gobierno
hasta que el cansancio, o la asistencia de votantes favorables, hace posible sacar
adelante su modelo de universidad. Lo peor es que después tienen el poco rubor de
asegurarnos que ellos no son culpables de nada de lo que se aprueba, que en el fondo son
las víctimas de los criterios de la Junta (¿?).
NACIONALISMO, ENDOGAMIA O...
Vean Uds. la incongruencia a que puede llegar una sociedad que
pretende ser nacionalista y termina quedándose en tribal:
El Comisionado para Universidades e Investigación de la Generalidad de
Cataluña y la Comisión de Intercambio Cultural, Educativo y Científico entre España y
los Estados Unidos de América anuncian la primera convocatoria del Programa Generalidad
de Cataluña/Fulbright para el curso académico 1999-2000.
Extracto del texto publicado en el "Diari Oficial de
la Generalitat de Catalunya", Anexos I y II, Orden del 31/3/99, Apartado 9):
Objeto: Otorgar cinco becas postdoctorales para realizar estancias en
universidades o centros especializados en los Estados Unidos de América.
Plazo de presentación de solicitudes: 14 de abril al 3 de junio de 1999.
Solicitantes: Investigadores de nacionalidad
española que hayan obtenido el título de doctor en una de las universidades catalanas
con posterioridad al 1 de enero de 1991 o que lo obtengan antes del 15 de septiembre de
1999.
Duración y periodo: Becas de 6 a 12 meses, no renovables. Las
estancias deberán iniciarse entre el 1 de enero y el 30 de junio del 2000.
Áreas de investigación: Todas aquellas establecidas en el ámbito
universitario catalán.
Nosotros entendemos que se quiera favorecer, desde la Generalitat, a
los catalanes; al fin y al cabo también lo hacen otras comunidades autónomas con sus
habitantes. Entendemos que el programa se restrinja a aquellas áreas de investigación
puramente catalanas. Hasta aquí vale. Pero, nos preguntamos ¿Qué pasa con aquellos
estudiantes catalanes que, haciendo uso del buen criterio y de su espíritu
científico-aventurero, se arriesgaron a irse al extranjero a realizar sus tesis
doctorales, para formarse mejor? ¿Ahora no tienen derecho a solicitar una de esas becas?
¿Alguien me lo puede explicar?
Les vamos a rogar que hagan un pequeño ejercicio de navegación y pasen a la página
siguiente, denominada "Artículos", antes de seguir
adelante.
Francisco de Asís Blas, ex-director general de universidades, y después responsable de
la reforma de la "formación profesional" es España, durante la etapa de
Gobierno socialista, pretende decirnos en su artículo: "Universidad y formación
profesional" que no hace falta crear escuelas de formación profesional, porque
ya la propia universidad debe ser un centro de formación profesional. No vamos a entrar
en la polémica sobre la inexistencia de este grado de la enseñanza en nuestro país,
(para que se hagan una idea, pongamos un ejemplo: este curso la Comunidad de Madrid ha
ofertado la escalofriante cifra de 21 plazas oficiales, sí veintiuna, para el módulo
superior de FP de sonido, de las cuales estaban reservadas 7 para minusválidos y alumnos
procedentes de FP II. En las provincias limítrofes ninguna). Pero es absurdo pretender
que la masificación universitaria propiciada por los socialistas hace innecesaria otro
tipo de formación. ¿No será que la intención era anular la enseñanza superior, de lo
que han sido cómplices los rectores?
Pero no se pierdan la segunda parte y lean el artículo de Ana L. Escudero "La mitad de los universitarios
suspendería secundaria, según una investigación".A eso precisamente nos ha
llevado la alocada reforma que de las enseñanzas primaria, media y superior hicieron los
responsables ministeriales, entre los que se encontraba el señor Blas.
¿De qué es motor la Universidad de Alcalá?
Es realmente decepcionante observar como año tras año, después de aquellos primeros
conciertos y audiciones en las aulas prefabricadas, organizados por voluntariosos
compañeros, y algún que otro ciclo de debate, las actividades culturales de la
Universidad de Alcalá han desapareciendo, en comparación con lo que ocurre en otras
universidades. Y eso a pesar de que se pagan cantidades millonarias a personas concretas
para su puesta en marcha.
En la actuación del pasado sábado de los conjuntos vocales Salone y Klapa Sinj, no
había representación alguna de la UA, tampoco hubo difusión de la información por
parte de ésta, pese a haber sido oportunamente informados los servicios correspondientes,
nos consta. El embajador de Croacia se preguntaba a qué se debía el que, en una ciudad
que presume de tener una universidad con más de 20.000 estudiantes, hubiera tan poca
asistencia a un evento que había suscitado un gran interés en otras partes de España.
Lo que el Sr. embajador no sabe es que nuestra universidad es el motor inmobiliario de la
ciudad y no su motor cultural, como sería lo natural. Ya hemos dicho en varias ocasiones
que las relaciones entre la universidad y su entorno deben ir dirigidas en el sentido de
hacer notar su presencia como fuente de cultura, no como estudio de arquitectos.
Cuando se habla sin pensar en lo que se dice...
Queremos desde estas páginas recomendar al Sr. rector que piense un poco en lo que va
a decir antes de hacer declaraciones. Ya sabemos que los profesionales de la política
suelen tener esos deslices cuando hablan con los periodistas. Dicen cosas que les hacen
quedar bien ante los lectores que desconocen la realidad, pero indignan a los enterados.
En una entrevista, con motivo de la celebración del V Centenario, concedida a la
revista "Quijotes Magazine", nos encontramos con las siguientes palabras
(copiamos textualmente): "...Estamos creando una serie de docencias, proyectos,
una estructura de investigación y de medios para estar también en un mundo de ciencias
de la naturaleza, ciencias físicas, exactas y sobre todo tecnológicas..."
Debe Ud. tener cuidado, porque precisamente todos somos conscientes de su oposición a
la creación de estudios de ciencias físicas, con una orientación de "física de
los procesos industriales", mucho más baratos que los estudios de arquitectura y,
desde luego, mucho más cercanos a las ciencias de la naturaleza. Debería haberse quedado
en su predilección por las carreras técnicas, para las que estamos mucho menos
preparados, pero que, al fin y al cabo, constituyen su único interés. Le sugerimos que,
en lo sucesivo, no adorne sus respuestas, porque, a veces, también leemos esas
entrevistas, por raras que sean las revistas en que se publican.
El articulo que transcribimos apareció en La Vanguardia, sección de opinión del
domingo 23 de mayo de 1999. Lean atentamente porque es realmente descriptivo de la
situación actual de pasividad que vivimos en nuestra sociedad.
Por MARÇAL SINTES
Alienta entre nosotros un sabroso debate a propósito del papel de las generaciones y
sobre la necesidad de un movimiento que agite y oxigene nuestra más bien previsible vida
en común. Le ahorraré al atribulado lector cualquier intento de acotar el significado de
lo generacional. A beneficio de la claridad diremos que se trata de un grupo de individuos
que, más allá de compartir cronología, consumen y reproducen aquello que Vázquez
Montalbán bautizó como imaginario colectivo: una mochila donde se amontonan
experiencias, valores y prejuicios más o menos parecidos e inteligibles. En cualquier
momento histórico conviven varias generaciones, más o menos revueltas o separadas y
siempre vinculadas por un cierto grado de tensión que hace correr las aguas sociales,
conjurando el siempre empobrecedor estancamiento.
Bien, pues resulta que la sociedad catalana -también la española- carece de
corriente, de ese dinamismo generacional recomendable. Dicho de otro modo: la quinta que
en los últimos años ha venido gestionando nuestro imaginario colectivo ejerce un poder
tan sólido, tan palpable, que no sólo es capaz de neutralizar cualquier tensión
intergeneracional, sino que al mismo tiempo impide la mezcla y la renovación de ideas y
personas. ¿Que quiénes son? Hablamos de artistas, escritores, guionistas, gente de
teatro, periodistas, profesores, críticos, gestores culturales, asesores de todo pelaje,
directores de museos, cuadros de la Administración... O sea: de la antaño llamada
"intelligentsia". Ellos se hicieron hombres y mujeres entre la universidad, la
agitación política y las fiestas,pongamos, en Bocaccio.
Ahora están cinco años arriba, cinco abajo, en el medio siglo y pasean sus canas y
sus renuncias por los paseos marítimos de la Costa Brava. La transición, que consistió
también en la sustitución en bloque de un equipo por otro, fue un trampolín tendido
sobre una piscina de agua templada y sólo para ellos. Así que empezaron a ser alguien a
los veintitantos o escasos treinta. Muchos han llegado lejos y piensan que si no hubiera
sido por esa anomalía llamada Jordi Pujol, hubieran llegado mucho más allá. Tienen
hijos más o menos universitarios a los que observan hablar por el móvil disfrazados, en
un inquietante revival de chicos ye-yé que alucinan con Marilyn Manson y a los que
Althusser les suena a efervescente contra el catarro. Los viejos progres comparten con sus
retoños los pantalones de pata de elefante, pero eso sirve más bien de poco.
Mientras, entre unos y otros, hay una generación que aguarda, la de los primos
mayores, los tigretones o los diesel (como los bautizaron Bru de Sala y Agustí
Colominas).
Se criaron a la estela de los sesentayochistas y muchos votaron por primera vez cuando
lo de la OTAN. Despidieron las espinillas sorbiendo la estela de la generación de la
transición, pero ni fueron revolucionarios ni se arrepienten ahora por no haberlo sido.
Ellos sí saben quiénes son Engels, Keynes y Sartre; lo aprendieron de sus profes, en el
instituto o en la universidad.
Ocurre, no obstante, que esos chicos, la generación de los primos, ya son mayorcitos.
Tienen de treinta a cuarenta años y hace tiempo que han refutado a aquellos mentores
coleguillas. También descubrieron que ni los de la generación que controla el cotarro
son tan estupendos ni la mayoría tan brillantes como aparecían en el 82, cuando el
triunfo de Felipe y el Mundial de Naranjito. Los diesel han constatado que los que andan
delante, los que les taponan, han dispuesto de veinte años de hegemonía para consolidar,
para hacer suyos, cada resorte, cada engranaje y cada muelle de la máquina simbólica
colectiva.
Así que ellos han tenido que conformarse con algunas migajas o, los que han tenido
más suerte, con colarse de perfil por las pocas y estrechas grietas que han podido
encontrar. Como en toda generación, los hay mejores y peores, pero saben que, en contra
de lo que ha pasado con la anterior, sólo los primeros llegarán a cruzar la raya. Su
pesadilla es pasar de demasiado jóvenes a demasiado viejos y no enterarse. No piden la
piscina para ellos solos, sólo exigen poder meterse en el agua sin recibir muchos
codazos.
MARÇAL SINTES es periodista y profesor de la Universitat Ramon
Llull
(El copyright del articulo está a nombre de la Vanguardia).
El artículo que les presentamos a continuación apareció, en inglés, en el
suplemento de educación superior del Times, el pasado dos de abril (Times Higher
Education Supplement. Friday April 02 1999 RESEARCH PAGES). Por su interés hemos decidido
incluirlo en esta sección de recortes, y nos hemos permitido traducirlo, ya que Vivat
Academia intenta ser una revista totalmente escrita en español. Si algún lector desea
tener acceso el texto original, puede solicitarlo a la redacción, que gustosamente se lo
hará llegar.
Dándole vueltas a la fuga de cerebros en España,
por Rebecca Warden
España está trayendo de vuelta a científicos del extranjero a través de contratos
temporales, pero no hay suficientes colocaciones. Rebecca Warden nos informa desde
Barcelona.
España no ha tenido nunca tantos científicos con buena formación en busca de tan
pocos puestos de trabajo.
Las personas que vuelven tras años de formación post-doctoral en las universidades
punteras del extranjero explican que tienen problemas particulares para encontrar trabajo.
Un esquema gubernamental de contratos de reincorporación temporales diseñado para la
integración de estos científicos en el sistema de investigación y de educación
universitaria ha estado en marcha desde el año 1993, pero muchos de estos científicos
están llegando al final de sus contratos y todavía no tienen a dónde ir.
El Gobierno está buscando maneras de mejorar la situación. "Estos contratos
están sobre la mesa para convencer a los jóvenes científicos de volver", dice
María Luz Peñacoba, directora de formación de investigadores del Ministerio de
Educación y Ciencia. "Si no podemos ofrecerles nada más estable después, algo va
mal".
Los científicos que han pasado al menos dos años en el extranjero pueden solicitar
contratos para trabajar en proyectos específicos de investigación, normalmente en el
consejo español de investigación, CSIC.
Casi 900 personas han formado parte o han pasado por el programa desde que se puso en
marcha. El 26% han conseguido puestos permanentes en el CSIC, el 3,3% están empleados en
el sector privado, el 2,5% tienen contratos temporales en las universidades y el 1,9% han
encontrado trabajos permanentes en la Universidad, de acuerdo con el vicepresidente del
CSIC para política científica, Emilio Lora. Sin embargo, un 44% de dichos científicos
que están en el programa aún están buscando colocación.
Pedro Martínez es un biólogo que trabaja en biología del desarrollo y que
recientemente volvió a España después de ocho años en el Instituto de Tecnología de
California. Su contrato de reincorporación al Centro Nacional de Biotecnología del CSIC
finaliza pronto y no ha podido encontrar trabajo en España. Está a punto de dejar el
país debido a que le han ofrecido un puesto en una Universidad de Noruega. Es crítico
con el programa español: "Está bien, pero no hay personas que se ocupen del
seguimiento y acabas con la sensación de que te han llevado a dar un paseo", dice.
Los altos y bajos en los fondos dedicados a la ciencia en los últimos 14 años han
dado lugar a una masa de científicos bien preparados pero que no se corresponde con una
expansión en el sistema español de investigación. El freno sobre el gasto público
aplicado a principios de los 90 tuvo como consecuencia que las universidades crearan un
número muy pequeño de plazas fijas, aunque el número de profesores temporales ronda los
22.000.
Los jóvenes científicos exponen que los departamentos normalmente reservan los
puestos para candidatos internos, de forma que los candidatos de fuera tienen muy pocas
posibilidades. "Es muy difícil porque hay tantísimos profesores interinos que han
estado trabajando durante años con contratos temporales y a los que se da
prioridad", dice José Niño-Mora, profesor visitante en la Universidad Pompeu Fabre
de Barcelona.
Emilio Lora está convencido que el sector público no puede absorber todos los
talentos presentes, pero admite que los trabajos para los científicos en el sector
privado son difíciles de conseguir. "El 95% de la industria española son pequeños
negocios", dice. "Es más difícil para ellos ver la necesidad de contratar
personas altamente cualificadas".
Sin embargo, tiene esperanzas de que los recientes aumentos en los presupuestos para
ciencia mejorarán la situación.
Muchos científicos creen que la raíz del problema reside en que España tiene
patrones de empleo muy rígidos. Por ley, los investigadores y académicos sólo pueden
ser empleados como Trabajadores del Estado, en cuyo caso tienen un trabajo para toda su
vida sin tener en cuenta los logros conseguidos, o bien tienen contratos temporales que no
les ofrecen estabilidad en el trabajo o perspectivas de carrera profesional.
A los científicos con contratos temporales no se les permite liderar equipos de
trabajo o pedir fondos de investigación por sí mismos.
El Gobierno está considerando cambios para introducir categorías de trabajo más
flexibles. Una posibilidad es crear un nuevo tipo de plaza, como investigador contratado,
de una duración para cinco a diez años, con libertad para llevar a cabo proyectos de
investigación y captación de fondos. A los científicos les parece muy bien esta idea,
pero sin una concreción en los tiempos establecidos para acometer estos cambios, la
mayoría de ellos seguirán buscando un puesto de trabajo.
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