La Junta de DesgobiernoPor Julio Gutiérrez. Representante de profesores en la Junta de Gobierno de la UAH. Lo que nos quedaba por ver, queridos lectores.En la reunión de Junta de Gobierno del pasado 31 de octubre se produjo un hecho insólito e incomprensible, que los miembros de la UAH conocen ya sobradamente: el levantamiento de la sesión, en pleno proceso de votación, por parte del señor rector, sin razón aparente y sin explicación alguna. Ello ha dado lugar a una "Guerra de Comunicados" que se han intercambiado entre los representantes de los diferentes colectivos y los miembros del equipo de gobierno, que ustedes pueden consultar íntegramente en la página correspondiente a este enlace. Muchos pensarán que es mucho lo que ya se ha escrito sobre el particular y no merece la pena insistir en el tema. Pero ni los miembros de la comunidad universitaria alcalaína ni, por supuesto, los lectores ajenos a la misma, pueden hacerse una idea de lo realmente sucedido, si no se explican los hechos, al margen de lo que da de sí un comunicado, que intenta ser escueto por razones de efectividad. Por esa razón, como testigo presencial, voy a intentar relatárselos. Qué duda cabe que en los comentarios voy a dar mi interpretación particular y subjetiva, pero les aseguro que voy a ser objetivo en cuanto a la narración de lo acaecido se refiere; seré, por consiguiente, totalmente fiel a la verdad. Si alguien piensa que estoy errado, está en su perfecto derecho de escribir una rectificación que se incluirá inmediatamente en este mismo número y en el próximo. Sin embargo, antes de entrar en detalles, he de decir que los comunicados del equipo rectoral y de los estudiantes faltan a la verdad, por cuanto mezclan hechos acaecidos en instantes de tiempo lejanos entre sí, lo que induce a pensar que el rector se vio obligado a tomar una decisión, que es contraria a cualquier procedimiento mínimamente democrático, para evitar males mayores. Debemos, además hacer un poco de historia, para que los lectores puedan tener conciencia exacta del alcance del desgobierno que padecemos. Llevamos varias sesiones de Junta de Gobierno, en las que el rector, apoyado por su equipo, una mayoría abrumadora de estudiantes y algunos representantes de profesores, directores de Departamento y decanos, se oponen a que se introduzcan mejoras en las condiciones de trabajo del PDI y a regular la caótica situación de los servicios universitarios atendidos por un gran número de becarios. Quien haya asistido a alguna sesión del Claustro de la UAH conoce perfectamente los métodos empleados por el rector: falta absoluta de voluntad para moderar la reunión; divagación interminable en el tiempo, para conseguir que el aburrimiento vaya despejando la sala, quedándose con los incondicionales (que a veces también desertan); frases y gestos despectivos hacia los que intervienen con alguna propuesta, por poco diferente que sea de la suya; toma continua de la palabra, para defender sus puntos de vista, abusando claramente de su posición de presidente; confusión, sospechamos que intencionada, a la hora de plantear las votaciones (es habitual que haya un alto porcentaje de los presentes que se quejen de haber votado lo contrario de lo que querían votar); insultos, digo bien, a aquellas personas que no están de acuerdo con sus planteamientos, u osan hacer alguna crítica, por constructiva que sea (ocurre que, debido a su tono monofrecuencia suelen pasar desapercibidos); y abroncamiento general a los claustrales en caso de perder una votación (recuerdo una ocasión en la que, después de una filípica, afirmó que la resolución adoptada -escribirle una carta al señor ministro de Educación pidiéndole la dimisión- no era de su agrado y no pensaba ejecutarla). A esos habituales del Claustro no hace falta convencerles de que las Juntas de Gobierno difieren muy poco en cuanto a métodos y desarrollo. Precisamente por falta de moderación, esas Juntas de Gobierno posibilitaban intervenciones sobre intervenciones, sin aplicación de reglamento alguno, lo que permitía a los señores vicerrectores y al propio rector defender sus propuestas hasta la saciedad, alargando los debates. Esto ha sido así siempre, pero, desde hacía muchos años, no se había encontrado con una oposición organizada. Normalmente sus propuestas eran aceptadas por una amplia mayoría, para después, teniendo en cuenta que nadie osaba contar lo ocurrido en estas sesiones no públicas, escudarse en que las decisiones no eran suyas y se encontraba obligado a actuar contra su voluntad por los acuerdos adoptados en la Junta. Sin embargo, ocurrió que "ocho personas de sesenta y cuatro" (según las propias declaraciones del rector a la prensa local, aunque la realidad ha demostrado que, al menos, el número se duplica en la práctica) se preocuparon de dar a conocer a toda la comunidad universitaria el contenido de los debates, además de presentar propuestas alternativas conjuntas. Ello, naturalmente, ha alargado más aún los debates y ha hecho posible derrotar propuestas del equipo rectoral, que se ha visto criticado públicamente y puesto en evidencia. Como resultado de todo ello y debido a que, inexplicablemente, las sesiones de Junta de Gobierno, por acuerdo de la misma, sólo pueden tener lugar a lo largo de una mañana por mes, existen puntos del orden del día sin tratar desde hace meses, algunos de verdadera urgencia. Este particular también ha servido de excusa al equipo de gobierno para ejecutar sus puntos de vista, invocando esa misma urgencia, sin que los representantes hayan dado su aprobación. Puestas así las cosas, en la reunión referenciada al comienzo (y como ya ha ocurrido alguna otra vez, sin que nadie procediera a rasgarse las vestiduras), hubo un intercambio de insultos entre un profesor y un vicerrector, como pueden comprobar consultando la sección de "Perlas de Junta de Gobierno", en esta misma revista. Debo aclarar que este tipo de proceder no es usual, como parecen dar a entender los comunicados recibidos. Cierto es, como antes mencioné en relación con el Claustro, que el rector y los vicerrectores son los primeros en utilizar un lenguaje y unos ademanes despectivos ante propuestas de su desagrado. En la sección de "Incongruencias" de este mismo número de Vivat Academia, aludo a las acusaciones de violencia verbal o insultos que nuestras autoridades académicas están prontas a denunciar, en cuanto alguna intervención tiene inflexiones de voz, o simplemente defiende con eficacia oratoria una idea contraria a sus intereses, desgraciada y habitualmente, opuestos a los del resto de la comunidad universitaria. Tomen buena nota: esto ocurrió a las diez y media de la mañana de aquel fatídico día. Las aguas volvieron a su cauce normal, es decir, intervenciones largas, exclusivamente del señor rector, y los consabidos intentos de evitar votaciones que se puedan perder. Se trató después el punto quinto, donde se aprobó, casi sin debate, una larga lista de convenios, unos cuantos más a añadir a los cientos que la Universidad de Alcalá tiene ya suscritos, la mayoría de ellos sin haberse puesto jamás en marcha. No hubo problema alguno. A continuación se pasó al punto sexto del orden del día. Ahí sí que tenía el equipo rectoral problemas, por su oposición directa a aprobar el documento elaborado por la Comisión mixta Junta de Gobierno - Junta de PDI, sobre "mejora de las condiciones de trabajo y retribución del personal docente e investigador de la Universidad de Alcalá". Mientras casi todas las universidades han reducido la dedicación docente de los Titulares de Escuela Universitaria, la UAH sigue manteniendo las doce horas semanales de estos profesores, lo que imposibilita su dedicación a la investigación. Muchos de ellos son doctores y, tras una trampa saducea de anteriores sesiones de Junta de Gobierno, para conseguir un empleo fijo fueron obligados a optar por este tipo de plazas, sin poder acceder a las de Titular de Universidad. Aunque peque de minucioso, he de hacer un nuevo inciso y resaltar que los representantes de los alumnos son contrariamente feroces a esta reducción. Para ellos, "tan preocupados por la calidad de la docencia y del profesorado", al parecer, ésta se pesa relativamente al número de horas impartidas por los profesores (cuantas más horas mejor, así nos ahorramos parte de la plantilla; piden incluso aumentar la dedicación de los demás Cuerpos docentes). Teniendo en cuenta que estos representantes son alumnos que, en muchos casos, llevan más diez años en nuestras aulas, sin haber acabado estudio alguno, no es de extrañar que no sepan distinguir entre docencia universitaria y un curso de iniciación al esoterismo. En la práctica ellos claman por profesores que impartan clases, a las que no asistir, y obtener un aprobado generalizado que les permita convertir las "carreras" en "paseos". También es verdad que de funcionar así, tiempo ha que habrían dejado de ser representantes, pues habrían egresado hace lustros. Tampoco estaba el equipo rectoral interesado en que la plantilla del PAS de los centros de apoyo a la investigación se regularice. Ahora están manteniendo dichos centros con becarios que son más fácilmente manejables y desechables. En el mismo paquete iba la concesión de un sabático extraordinario, más dos pagas completas, a los que llevaran 25 años al servicio de la universidad. Todo ello parecía hacer rechinar la máquina, -ahora les ha entrado la fiebre de no acumular deuda, claro que sólo cuando se trata de mejorar al profesorado y no cuando se introducen nuevas titulaciones y/u obras faraónicas. Como es habitual en situaciones análogas, la presentación del punto por parte del vicerrector Gonzalo Angulo, que había presidido la citada Comisión mixta, fue tendenciosa. No se cansó de decir que aquello era una carta a los Reyes Magos, cuando durante las sesiones de elaboración del informe había admitido todo este tipo de sugerencias sin problemas. Llegados al final de la presentación, el rector tomó la palabra para agradecer la labor realizada a la Comisión y proponer la devolución del documento a la misma, por falta de regulación expresa de las mejoras, añadiendo, eso sí, una nota de "felicitación". Aquí hubo de interrumpirse el debate, para bajar a la puerta del Colegio de San Ildefonso a manifestarnos contra la violencia de ETA, siendo las 12 horas. Tras los cinco minutos de silencio, tomamos el "cafelito" y las pastas con que nos obsequian en cada Junta de Gobierno. Charla amigable entre los miembros, intercambio de ideas respecto a la propuesta a realizar, total las 12 horas y 30 minutos. La reincorporación se produjo en forma distendida y divertida, pues nos habían repartido documentación sobre el aula de música que no tenía desperdicio; las bromas duraron cinco minutos y a las 12,35, al hacer su entrada el rector, se reanudaba la sesión. No hubo discusión alguna, solamente intervenciones breves de los estudiantes y los profesores para defender sus propuestas. Los estudiantes pidiendo que se devolviera el documento a la Comisión, reforzando la propuesta del rector y oponiéndose a la reducción docente de los TEUs. Los profesores solicitando que el documento se aprobara y que fueran las comisiones técnicas de Departamentos e Investigación quienes prepusieran, en plazo breve, el desarrollo de los acuerdos contenidos en él, alegando que son esos órganos los que disponen de la información necesaria para hacerlo. El rector insistió en su devolución y algunos de los presentes pidieron que, sin más delación, se procediera a votar. Aquí hizo su intervención el profesor Luzón, decano de la Facultad de Derecho, resumiendo las posturas y, en parte, reforzando la idea de los representantes del profesorado. Evidentemente, ello parecía inclinar la balanza a favor de estos últimos. Habían pasado diez minutos escasos, repartidos entre los diferentes alegatos, y el secretario general procedía a resumir las propuestas para su votación. Sin que mediara intercambio alguno de opiniones, sin que hubiera ninguna intervención extemporánea, de repente y sin venir a cuento, el rector anunció que levantaba la sesión a las 12,45 horas. Todos nos miramos sorprendidos. ¿Había notado el rector que podía ser derrotado y el documento ser aprobado? Probablemente ésa fue la causa. Ni que decir tiene que el comportamiento del rector, quien se levantó y abandonó la sala seguido por todos sus vicerrectores, fue acogido con aplausos, y gritos de "bravo", "pucherazo", "galarazo", "golpe al estilo Fujimori", "¿dónde esta Montesinos?", y cosas por el estilo. Después vino la guerra de comunicados. En la convocatoria de la Junta de Gobierno extraordinaria, celebrada el pasado 9 de noviembre, el rector intentó justificar su conducta aduciendo que dos de los vicerrectores le habían amenazado con abandonar la sala (nos imaginamos que si se sometía a votación la propuesta). Entre los hechos reprobables de intercambio de lindeces como fascista y nazi y el levantamiento, también reprobable, de la sesión habían transcurrido más de dos horas. Ahora nos enfrentamos a un dilema: o los miembros del equipo de gobierno de la UAH son de efectos retardados (lo que en Física se conoce como histéresis), o su versión de lo sucedido es claramente contraria a la verdad, con el fin de confundir una vez más a la comunidad universitaria y desprestigiar a los representantes democráticamente elegidos. Ésta es también la postura de los estudiantes que (como ellos mismos han declarado en la reciente revista de la Universidad de Alcalá), "se llevan muy bien con el rectorado". Tales síntomas de anemia democrática son ya demasiado habituales en los órganos de gobierno. Durante la reunión de nueve de noviembre, el rector volvió a amenazar varias veces, cuando se debatían otros puntos, con suspender la sesión, esta vez con motivo de unas propuestas del equipo rectoral contrarias a las elaboradas por la Comisión de Departamentos. Esta historia es otra y no merece la pena ser contada por lo patética e increíble, pero les aseguro que algún presente opinó: ¡Y yo que creía haberlo visto todo en esta universidad! (Pueden consultarla en el comunicado resumen de la sesión). En cualquier caso, suelen ser algunos de los vicerrectores los primeros en descalificar y/o menospreciar a los presentes, quizás acostumbrados a hacerlo en otros tiempos sin oposición efectiva. Y ahora viene la pregunta del millón y medio: ¿Podemos continuar así? Afirmo que el desgobierno de la UAH no procede de la actitud desconsiderada de ciertos miembros de la Junta de Gobierno hacia otros, sino de la ineficacia de los que tienen la capacidad para moderar y gobernar, quienes no desean que las pautas se elijan de forma colegiada, lo cual viene siendo notorio desde hace demasiados años. Sinceramente, si las decisiones que toman lo fueran en beneficio de la mayoría de la comunidad universitaria, y se tuvieran en cuenta y se respetara a las minorías, no tendríamos que defender nuestras propuestas y la colaboración, incluso a "toro pasado", sería completa. Pero estamos muy lejos de una realidad tal y tenemos la obligación, no sólo moral, de oponernos a la puesta en escena de los desaguisados habituales y, además, al amparo de unos estatutos que el actual equipo rectoral nunca ha querido reformar, no podemos ni debemos tolerar salidas de tono como la que comentamos. Tengan la completa seguridad de que seguiremos luchando por el bien común y por paralizar todo aquello contrario a la mejora de nuestra Institución en sus dos vertientes, la docente y la investigadora. Los que han confundido esta universidad con una inmobiliaria financiada con fondos públicos, o los que se alinean con tirios o troyanos para obtener beneficios personales, deberían haberse dado cuenta, hace mucho tiempo, de que se han equivocado de lugar, tiempo y maneras. Volver al principio |
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